7/10/2021, 21:01
Un paso y luego el otro. Atrás de estos pasos, seguían los de su hermana menor. El abrupto parón del primero hizo que esta última se choque en seco contra sus piernas. Se separó rápido y le frunció el ceño.
—Pero avisa si vas a hacer eso hijop-
—Ya, no llores. — Le interrumpió, como siempre, con una sonrisa jocosa. —Aquí te dejo, voy a verme con unos amigos herreros para hablar unas cosas.
—¿Eh? ¿Te acompañé hasta aquí para que ahora me dejes sola?
—Vamos, si me dijiste que te gusta este lugar. Y tampoco es que no sabes manejarte sola. — Se dio media vuelta y comenzó a alejarse de ella.
—Espero que me estés mintiendo y por lo menos todo esto sea porque te vas a ver con una chica o algo de eso. — Comenzó a caminar para el lado contrario. —¡Buena suerte con tu novia, cabrón!
—Que te den. Más tarde nos vemos. — Musitó, como siempre tranquilo, sin necesidad de darle explicaciones a su hermana.
En cierto modo, la molestia de Jun era solo berrinche hacia Shirō, porque amaba encontrarse en Tanzaku. No estaba allí por negocios ni por necesidad de comprar nada. Puede sonar raro, pero solo disfrutaba del ambiente, de la cantidad de gente y muchas otras cosas. La caminata por la ciudad, una vez más, se le hacía placentera, observando el ir y venir de las personas.
—Vivo con tu madre.. ¡En un castillo!
Escuchó por ahí, una persona cantando como si nada. En diagonal y en frente de ella, un muchachito flaco y con las pintas de las más raras. Ese tipo parecía ser la definición física más moderna que se podía tener de un gangster. Aunque ya era demasiado para ella, le agradaba el estilo del chico. Eso si, se le notaba bastante debilucho y flacucho. Por ese lado por lo menos, imponía demasiado poco. Caminaba como con cierto ritmo y con esa tonta canción.
Le parecía una buena idea bajarle todo ese humor y fanfarronería que llevaba encima de la manera más "Jun" posible. Cuando pasó por un lado del chico, la Nara puso su pie en frente del muchacho para que se caiga de golpe. Pero, mientras tantos, con sus manos metidas en la sudadera, estaba formando un sello. Sobre todo por si el muchacho era un agresivo. Pero no esperaba que este lo haga, se confiaba que un tipo como ese solo la maldiga o la ignore. Después de todo, algunos perros solo ladran y no muerden.
—Pero avisa si vas a hacer eso hijop-
—Ya, no llores. — Le interrumpió, como siempre, con una sonrisa jocosa. —Aquí te dejo, voy a verme con unos amigos herreros para hablar unas cosas.
—¿Eh? ¿Te acompañé hasta aquí para que ahora me dejes sola?
—Vamos, si me dijiste que te gusta este lugar. Y tampoco es que no sabes manejarte sola. — Se dio media vuelta y comenzó a alejarse de ella.
—Espero que me estés mintiendo y por lo menos todo esto sea porque te vas a ver con una chica o algo de eso. — Comenzó a caminar para el lado contrario. —¡Buena suerte con tu novia, cabrón!
—Que te den. Más tarde nos vemos. — Musitó, como siempre tranquilo, sin necesidad de darle explicaciones a su hermana.
En cierto modo, la molestia de Jun era solo berrinche hacia Shirō, porque amaba encontrarse en Tanzaku. No estaba allí por negocios ni por necesidad de comprar nada. Puede sonar raro, pero solo disfrutaba del ambiente, de la cantidad de gente y muchas otras cosas. La caminata por la ciudad, una vez más, se le hacía placentera, observando el ir y venir de las personas.
—Vivo con tu madre.. ¡En un castillo!
Escuchó por ahí, una persona cantando como si nada. En diagonal y en frente de ella, un muchachito flaco y con las pintas de las más raras. Ese tipo parecía ser la definición física más moderna que se podía tener de un gangster. Aunque ya era demasiado para ella, le agradaba el estilo del chico. Eso si, se le notaba bastante debilucho y flacucho. Por ese lado por lo menos, imponía demasiado poco. Caminaba como con cierto ritmo y con esa tonta canción.
Le parecía una buena idea bajarle todo ese humor y fanfarronería que llevaba encima de la manera más "Jun" posible. Cuando pasó por un lado del chico, la Nara puso su pie en frente del muchacho para que se caiga de golpe. Pero, mientras tantos, con sus manos metidas en la sudadera, estaba formando un sello. Sobre todo por si el muchacho era un agresivo. Pero no esperaba que este lo haga, se confiaba que un tipo como ese solo la maldiga o la ignore. Después de todo, algunos perros solo ladran y no muerden.