8/10/2021, 22:54
El ritmo seguía distrayéndole parcialmente de su quehacer, pero igual tampoco tenía prisa. Podía tomarse un respiro, pues por un día el reloj no quería matar su bienestar psicológico. No tenía que pelear contra el gran señor tempo, ya fuese por hacer misiones, encargos, o por acudir a su propio negocio. Reafirmó su pie derecho en el asfalto, en lo que chasqueaba aún los dedos, y lanzó de nuevo su pierna izquierda en un nuevo paso. Para cuando lo intentó de nuevo con la pierna derecha, algo no fue como debería...
*¡PLUM!*
Por suerte, antepuso el brazo izquierdo a su rostro, y acabó haciendo casi una pirueta sacada de un baile moderno. Terminó dando una especie de voltereta, que le sorprendió hasta a él mismo, pero que para nada había sido espectacular. A decir verdad, un niño pequeño sabría darlas mejor. Pero en realidad tampoco le podías pedir mucho mas, pues había sido un acto casi reflejo para evitar romperse la crisma contra el suelo.
Esto mismo le llevó a una seria cuestión...
—¡La concha la Lora! ¿¡Que puñet- —sus ojos buscaron con efímera necesidad, pues apenas llevó la vista tras de sí descubrió la roca con la que había tropezado.
El Senju se levantó y se sacudió los pantalones del chándal, para acto seguido meter las manos en los pantalones y dar un paso hacia la chica. Arqueó la ceja, e incluso el labio en una mueca de serio desagrado.
—¿Te parece gracioso, eh enana? —bramó en lo que su ceño se fruncía, y clavaba su mirada en la joven. —¿Te crees muy graciosa?
Para cuando quiso hacer cuenta, cayó en un detalle bastante más llamativo que su corte de pelo o su piercing, ésta tenía la bandana plateada que la identificaba como kunoichi. Era el colmo de los colmos, ¿qué buscaba, pelea? El Senju no era muy aficionado a ello, pero tampoco era una persona que se dejase avasallar por cualquier otro.
*¡PLUM!*
Por suerte, antepuso el brazo izquierdo a su rostro, y acabó haciendo casi una pirueta sacada de un baile moderno. Terminó dando una especie de voltereta, que le sorprendió hasta a él mismo, pero que para nada había sido espectacular. A decir verdad, un niño pequeño sabría darlas mejor. Pero en realidad tampoco le podías pedir mucho mas, pues había sido un acto casi reflejo para evitar romperse la crisma contra el suelo.
Esto mismo le llevó a una seria cuestión...
—¡La concha la Lora! ¿¡Que puñet- —sus ojos buscaron con efímera necesidad, pues apenas llevó la vista tras de sí descubrió la roca con la que había tropezado.
El Senju se levantó y se sacudió los pantalones del chándal, para acto seguido meter las manos en los pantalones y dar un paso hacia la chica. Arqueó la ceja, e incluso el labio en una mueca de serio desagrado.
—¿Te parece gracioso, eh enana? —bramó en lo que su ceño se fruncía, y clavaba su mirada en la joven. —¿Te crees muy graciosa?
Para cuando quiso hacer cuenta, cayó en un detalle bastante más llamativo que su corte de pelo o su piercing, ésta tenía la bandana plateada que la identificaba como kunoichi. Era el colmo de los colmos, ¿qué buscaba, pelea? El Senju no era muy aficionado a ello, pero tampoco era una persona que se dejase avasallar por cualquier otro.