12/10/2021, 15:02
La kunoichi no pareció estar de acuerdo con lo argumentado sobre Amegakure, contraargumentando que los que solían acudir a la violencia física para resolver conflictos eran los de Kusa. Podía rebatirle mil y una cosas —si señor— pero cuando una persona tiene la razón, la tiene. Era bien sabido que Kusagakure, cuna del taijutsu, era bien dada a resolver las cosas a golpes. Nunca mejor dicho.
El Senju le propinó la primera calada al cigarrillo, y casi se atraganta con la respuesta de la chica sobre una cita. No. Ni hablar. ¿¡QUE COÑO!? —¿U-una qUÉ!? —no pudo ni contener su pensamiento. Si ésto le hubiese pillado bebiendo, sin duda habría bañado a la chica. Quizás tenía suerte y todo. No contenta con ello, simuló unos grandes pechos con sus manos, en lo que se burlaba diciendo que creía que le iban otro tipo de chicas. Ni tan siquiera Tres le soltaba palos de esa clase. Sin duda, o bien le gustaba burlarse de quienes no conocía, o bien era una bromista de cuidado. Era un auténtico peligro.
—Perdona, pero no te hagas ilusiones — contestó tajante, en lo que volvía a introducir ambas manos a los bolsillos. —No es una cita, ni mucho menos. Es una compensación por intentar hacer a un militante casi caer al suelo de boca. Es una falta de respeto, y es una forma de resolver la disputa sin violencia. ¿No crees?
»Y no, en eso tampoco has acertado. Me llama más la atención un tono de piel clara, o una cabellera rojiza como el fuego.
»Mira, tengo una idea aún mejor —cortó bruscamente la conversación, sacando su diestra del pantalón con una moneda de plata. —lanzaré la moneda al aire. Si sale la cara de la chica, te tocará invitar al refresco; si sale por el contrario la estrella, me conformaré con esa ridícula disculpa tuya.
Acto seguido, el shinobi lanzó la moneda al aire, y la atraparía cuando pasase a la altura de su rostro, manteniendo la mano cerrada frente a ambos. Si la suerte le sonreía, se saldría con la suya. Si por desgracia Fortuna no estaba hoy de su parte, también ganaría, pues tendría un motivo para dejarla en paz y continuar con lo que había venido a hacer. Fuese como fuese, iba a salir ganando, aunque la chica no lo supiese.
El Senju le propinó la primera calada al cigarrillo, y casi se atraganta con la respuesta de la chica sobre una cita. No. Ni hablar. ¿¡QUE COÑO!? —¿U-una qUÉ!? —no pudo ni contener su pensamiento. Si ésto le hubiese pillado bebiendo, sin duda habría bañado a la chica. Quizás tenía suerte y todo. No contenta con ello, simuló unos grandes pechos con sus manos, en lo que se burlaba diciendo que creía que le iban otro tipo de chicas. Ni tan siquiera Tres le soltaba palos de esa clase. Sin duda, o bien le gustaba burlarse de quienes no conocía, o bien era una bromista de cuidado. Era un auténtico peligro.
—Perdona, pero no te hagas ilusiones — contestó tajante, en lo que volvía a introducir ambas manos a los bolsillos. —No es una cita, ni mucho menos. Es una compensación por intentar hacer a un militante casi caer al suelo de boca. Es una falta de respeto, y es una forma de resolver la disputa sin violencia. ¿No crees?
»Y no, en eso tampoco has acertado. Me llama más la atención un tono de piel clara, o una cabellera rojiza como el fuego.
»Mira, tengo una idea aún mejor —cortó bruscamente la conversación, sacando su diestra del pantalón con una moneda de plata. —lanzaré la moneda al aire. Si sale la cara de la chica, te tocará invitar al refresco; si sale por el contrario la estrella, me conformaré con esa ridícula disculpa tuya.
Acto seguido, el shinobi lanzó la moneda al aire, y la atraparía cuando pasase a la altura de su rostro, manteniendo la mano cerrada frente a ambos. Si la suerte le sonreía, se saldría con la suya. Si por desgracia Fortuna no estaba hoy de su parte, también ganaría, pues tendría un motivo para dejarla en paz y continuar con lo que había venido a hacer. Fuese como fuese, iba a salir ganando, aunque la chica no lo supiese.