13/10/2021, 23:44
(Última modificación: 13/10/2021, 23:47 por Eikyuu Juro. Editado 2 veces en total.)
Juro no pudo evitar alzar las cejas, con un gesto de sorpresa. ¿De qué estaba hablando? ¿Pesadillas, tortura y visiones? Siempre había pensado que tener una voz en su interior amenazando con matarle cada vez que se le presentaba la oportunidad era una mierda, pero visto lo visto, no tenía derecho a quejarse.
« ¿De qué diablos está hablando? »
El marionetista no supo qué contestar a eso.
Sin embargo, sí que recordaba ciertas cosas. Como, por ejemplo, que Ayame había sido poseída por Kokuō varias veces hasta lograr su amistad. Y Datsue, probablemente, tampoco lo había pasado bien. Deducir que cada Bijū poseía su personalidad no era complicado, así que entender que cada uno tenía su particular forma de atormentar a sus enemigos, en realidad, era lógico. No es que fuera culpa de los Bijū precisamente. Simplemente, era su mecanismo de defensa ante ellos, los invasores en los que habían sido encerrados.
Chōmei disfrutaba burlándose de él, pero en el fondo, era alguien muy despreocupado. Incluso cuando estaban enfrentados, no se molestó por tratar de tentarlo o romper su espíritu. Más bien, esperó y observó, hasta encontrar un momento donde su presencia pudiera inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro. Y escogió su bando. En realidad, había sido algo inteligente. Algo que él mismo haría.
Aun así, también era probable que, sin la amenaza de Kurama, su relación hubiera acabado mal, y Chōmei habría acabado haciendo todo lo posible por acabar con Juro, tal y como le prometió en sus inicios.
— No sé que decirte. Cuando sellaron el Bijū en mí, me aseguraron que estaba ante una criatura sin raciocinio y que no debía de preocuparme. Y después, escuché su voz en mi cabeza. Pensé que el sello estaba defectuoso o que mi imaginación me había jugado una mala pasada. Y aunque me equivocaba, a mi no me ha atormentado, ni he acabado poseído por él, como le pasó a Ayame — Juro se encogió de hombros. No había ninguna mentira en su rostro porque no tenía ninguna razon para decirla: antes incluso de que Chōmei y él fueran amigos, nunca le atormentó —. Pero tú me hablas de algo real y cercano. Imagino que del Shukaku, ¿verdad?
Deducirlo no había sido muy difícil, teniendo en cuenta la procedencia de Akame y el vínculo que había escuchado que tenía con Uchiha Datsue, antes de su exilio. Akame debía de saber de primera mano lo mal que lo debía de haber pasado Datsue. La verdad es que cuanto más oía de ese Bijū en concreto, menos ganas tenía de conocerlo.
— Es un hecho que los Bijū tienen conciencia propia, y también que tienen diferentes modos de operar. Un buen ejemplo de eso es Kurama — siseó el marionetista, sin saber muy bien qué opinaría Akame de todo aquello —. Pero, incluso entre los Bijū , no todos están a favor de él. Por eso, se me ocurre una buena razón por la que a mí no me atormentó. Porque no le interesaba en ese momento.
Quizá también influenció el hecho de que Juro no se viera en ninguna situación de vida o muerte donde sus defensas estuvieran más débiles, o el que fuera el Jinchūriki más tardío y más cercano a la aparición de Kurama de todos. De cualquier forma, nunca se había molestado en preguntarle a su compañero, puesto que había preferido dejar el pasado atrás.
« ¿De qué diablos está hablando? »
« Algunos de mis hermanos pueden ser... más persuasivos que otros,
Tienes suerte de que el destino decidiera unirnos y no enfrentarnos,
¡Jejeje!»
Tienes suerte de que el destino decidiera unirnos y no enfrentarnos,
¡Jejeje!»
El marionetista no supo qué contestar a eso.
Sin embargo, sí que recordaba ciertas cosas. Como, por ejemplo, que Ayame había sido poseída por Kokuō varias veces hasta lograr su amistad. Y Datsue, probablemente, tampoco lo había pasado bien. Deducir que cada Bijū poseía su personalidad no era complicado, así que entender que cada uno tenía su particular forma de atormentar a sus enemigos, en realidad, era lógico. No es que fuera culpa de los Bijū precisamente. Simplemente, era su mecanismo de defensa ante ellos, los invasores en los que habían sido encerrados.
Chōmei disfrutaba burlándose de él, pero en el fondo, era alguien muy despreocupado. Incluso cuando estaban enfrentados, no se molestó por tratar de tentarlo o romper su espíritu. Más bien, esperó y observó, hasta encontrar un momento donde su presencia pudiera inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro. Y escogió su bando. En realidad, había sido algo inteligente. Algo que él mismo haría.
Aun así, también era probable que, sin la amenaza de Kurama, su relación hubiera acabado mal, y Chōmei habría acabado haciendo todo lo posible por acabar con Juro, tal y como le prometió en sus inicios.
— No sé que decirte. Cuando sellaron el Bijū en mí, me aseguraron que estaba ante una criatura sin raciocinio y que no debía de preocuparme. Y después, escuché su voz en mi cabeza. Pensé que el sello estaba defectuoso o que mi imaginación me había jugado una mala pasada. Y aunque me equivocaba, a mi no me ha atormentado, ni he acabado poseído por él, como le pasó a Ayame — Juro se encogió de hombros. No había ninguna mentira en su rostro porque no tenía ninguna razon para decirla: antes incluso de que Chōmei y él fueran amigos, nunca le atormentó —. Pero tú me hablas de algo real y cercano. Imagino que del Shukaku, ¿verdad?
Deducirlo no había sido muy difícil, teniendo en cuenta la procedencia de Akame y el vínculo que había escuchado que tenía con Uchiha Datsue, antes de su exilio. Akame debía de saber de primera mano lo mal que lo debía de haber pasado Datsue. La verdad es que cuanto más oía de ese Bijū en concreto, menos ganas tenía de conocerlo.
— Es un hecho que los Bijū tienen conciencia propia, y también que tienen diferentes modos de operar. Un buen ejemplo de eso es Kurama — siseó el marionetista, sin saber muy bien qué opinaría Akame de todo aquello —. Pero, incluso entre los Bijū , no todos están a favor de él. Por eso, se me ocurre una buena razón por la que a mí no me atormentó. Porque no le interesaba en ese momento.
Quizá también influenció el hecho de que Juro no se viera en ninguna situación de vida o muerte donde sus defensas estuvieran más débiles, o el que fuera el Jinchūriki más tardío y más cercano a la aparición de Kurama de todos. De cualquier forma, nunca se había molestado en preguntarle a su compañero, puesto que había preferido dejar el pasado atrás.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60