14/10/2021, 19:08
(Última modificación: 14/10/2021, 20:01 por Zhaoren Lyndis. Editado 1 vez en total.)
De la misma forma que a Ranko le había pasado, ahora era Lyndis la que estaba embobada mirándola. Se cruzó de brazos casi instintivamente, pero la miraba con los ojos abiertos de par en par, como ligeramente sorprendida. No es porque no se la imaginara vestida tan formal, era algo más, algo más que la había practicamente hechizado y le impedía desviar la mirada.
— ¿Eh? ¡A-Ah! S-Si, s-salgamos a cenar — dijo dando un pequeño sobresalto en el sitio, al haber sido de vuelta a la realidad cuando esta le habló acercándose.
Carraspeó utilizando una de sus puños para taparse a boca, ligeramente ruborizada al haberla contemplado. ¿Y ahora donde la llevaba? La ropa que llevaba Lyndis no era tan formal como la suya, aunque pese a ser una ropa para combatir, daba cierto aire de elegancia y formalidad para algunas personas. La mirada desviada de la peli plateada, se redirigió sobre un pequeño florero encima de una cómoda que había al lado de la puerta. Recordó aquel traje que mencionó cuando hablaron de los dojos; eran blanco, y tenía un simbolo el cual no recordaba.
Oh, claro. Sagisō
Dio un par de pasos para acercarse hasta la flor, tocándola con un cuidado impropio de ella. Después se giraría, a menos que Ranko se pusiera a su lado o se acercara lo suficiente hasta ella. Para colocarle entre los cabellos del lateral de la frente, una pequeña rama en la que quedaban dos flores blancas. Se quedaría congelada, y el rubor le subiría a un ritmo alarmante más propio de cuando estaba combatiendo, agitando los brazos de forma errática sin ton ni són.
— O-Oh... E-E-Es que... Y-Y-Yo... P-Pense que t-te faltaba algo y... ¡N-No es que estés mal, estas de muerte! ¡Quiero decir, que estás muy guapa así, y pensé que...! Digo... — Aquella chica fuerte y dura que conocía, parecía haberse desmoronado por completo. Ante ella, ahora había una Lyndis inquieta e insegura, que no dejaba de mirar a los lados sin saber donde meter sus propias manos. — E-E-En f-f-fin. S-Sera m-mejor que nos marchemos o t-todo acabará ocupado
Rió con nervios, dirigiendo una mirada hacia Ranko girando la cabeza sobre si misma, mientras abría la puerta.
— ¿Eh? ¡A-Ah! S-Si, s-salgamos a cenar — dijo dando un pequeño sobresalto en el sitio, al haber sido de vuelta a la realidad cuando esta le habló acercándose.
Carraspeó utilizando una de sus puños para taparse a boca, ligeramente ruborizada al haberla contemplado. ¿Y ahora donde la llevaba? La ropa que llevaba Lyndis no era tan formal como la suya, aunque pese a ser una ropa para combatir, daba cierto aire de elegancia y formalidad para algunas personas. La mirada desviada de la peli plateada, se redirigió sobre un pequeño florero encima de una cómoda que había al lado de la puerta. Recordó aquel traje que mencionó cuando hablaron de los dojos; eran blanco, y tenía un simbolo el cual no recordaba.
Oh, claro. Sagisō
Dio un par de pasos para acercarse hasta la flor, tocándola con un cuidado impropio de ella. Después se giraría, a menos que Ranko se pusiera a su lado o se acercara lo suficiente hasta ella. Para colocarle entre los cabellos del lateral de la frente, una pequeña rama en la que quedaban dos flores blancas. Se quedaría congelada, y el rubor le subiría a un ritmo alarmante más propio de cuando estaba combatiendo, agitando los brazos de forma errática sin ton ni són.
— O-Oh... E-E-Es que... Y-Y-Yo... P-Pense que t-te faltaba algo y... ¡N-No es que estés mal, estas de muerte! ¡Quiero decir, que estás muy guapa así, y pensé que...! Digo... — Aquella chica fuerte y dura que conocía, parecía haberse desmoronado por completo. Ante ella, ahora había una Lyndis inquieta e insegura, que no dejaba de mirar a los lados sin saber donde meter sus propias manos. — E-E-En f-f-fin. S-Sera m-mejor que nos marchemos o t-todo acabará ocupado
Rió con nervios, dirigiendo una mirada hacia Ranko girando la cabeza sobre si misma, mientras abría la puerta.
¡Gracias a Ranko por el avatar!