25/10/2021, 04:57
Parecía que Siete era un tipo que le gustaba la comodidad, quizás en la barra podían atenderlos más rápido pero los sillones parecían ser el lugar más indicado de todo el bar. Y es que estos parecían bastante amenos, no solo por lo cómodo sino también porque no había tanta gente alrededor. De hecho, Jun no tiene problemas con donde sentarse, pero probablemente, si le hubieran dado a elegir, hubiera elegido los sillones sin lugar a duda.
—Como gustes. — Nuevamente, se mostraba apacible y algo servicial. Vaya a saber uno, quizá perder la apuesta le hizo que se le bajen un poco los humos...
Si, claro.
Siguió al muchachito hasta el tan querido oasis en el desierto de lugares de ese bar. Lo que no se esperaba ninguno de los dos, es que esos sillones eran un simple y estereotipado espejismo. Raramente, ella no fue la primera que se quejó. Pero tampoco la primera que se sentó.
—Parece que tienes buen ojo para la comodidad. — Soltó sarcástica, seguida de una risilla propia de hiena. —A veces la suerte cambia.
Finalmente, ya con la advertencia del muchacho, la amejin se sentó en el sillón que se encontraba a la derecha de Hayato. Y, mierda, era cierto que eran incómodos como el culo. Ya era bastante notorio porque ese lugar estaba vacío. Podían conformarse con estar algo alejados de la gente.
—Bueno, por lo menos tendrás un refresco gratis... Por cierto. — Le miró, curiosa. —¿A qué te referías con lo de "negocios"? Digo, con respecto a lo de los licores.
—Como gustes. — Nuevamente, se mostraba apacible y algo servicial. Vaya a saber uno, quizá perder la apuesta le hizo que se le bajen un poco los humos...
Si, claro.
Siguió al muchachito hasta el tan querido oasis en el desierto de lugares de ese bar. Lo que no se esperaba ninguno de los dos, es que esos sillones eran un simple y estereotipado espejismo. Raramente, ella no fue la primera que se quejó. Pero tampoco la primera que se sentó.
—Parece que tienes buen ojo para la comodidad. — Soltó sarcástica, seguida de una risilla propia de hiena. —A veces la suerte cambia.
Finalmente, ya con la advertencia del muchacho, la amejin se sentó en el sillón que se encontraba a la derecha de Hayato. Y, mierda, era cierto que eran incómodos como el culo. Ya era bastante notorio porque ese lugar estaba vacío. Podían conformarse con estar algo alejados de la gente.
—Bueno, por lo menos tendrás un refresco gratis... Por cierto. — Le miró, curiosa. —¿A qué te referías con lo de "negocios"? Digo, con respecto a lo de los licores.