26/10/2021, 23:46
La chica no se hubo negado en ningún momento a pillar el sitio que eligió el Senju, y por ende terminaron en esa situación. La comodidad del sofá era más que carente, y el genin no titubeó en quejarse sobre ello. Por suerte o por desgracia, había sido el primero en tomar asiento, y por tanto el primero en percibir esa falsa comodidad. Sarcástica como una serpiente vestida de vaquero, se burló del buen ojo de Siete para la comodidad, y entre risas afirmó que la suerte a veces cambia. La verdad, razón no le faltaba. Fortuna era una diosa de lo más singular, y bromista.
Tras la advertiqueja del shinobi de orbes carmesí, la amejin tomó asiento justo a la derecha suya. Reconoció que por lo menos, aunque su suerte hubiese cambiado, seguía teniendo un refresco gratis. Había ganado, dentro de lo que cabe. Sin embargo, no le faltó tiempo para hacer un inciso, una pregunta que tenía entre ceja y ceja, una curiosidad de gato. Sin pelos en la lengua, preguntó a Siete sobre qué negocios podía tener en referencia a los licores.
—Pues, verás... —¿Cómo explicar su negocio sin ser de nuevo víctima de mala mirada? —Soy copropietario de un negocio en Yamira, es un local donde la gente va a fumar y beber. Pero con todo éste jaleo que está habiendo últimamente, nuestros antiguos proveedores están muy escasos de licores. Así que, pues eso... que tenemos que buscar más proveedores de licor. Al final, tener a los clientes satisfechos es lo que hace que un negocio prospere.
»Y si te preguntas, ¿cómo puede llevar su vida de shinobi y llevar a la misma vez un negocio fuera de la villa? Pues es sencillo, con mucha ayuda de mi segunda al mando. Si estuviese solo, sería imposible. —confirmó, encogiéndose de hombros. Por otro lado, había dado una buena media verdad sobre su negocio. Detallar mas sobre el mismo, ya era hundir un poco el dedo sobre la llaga. Y eso es antihigiénico además de asqueroso.
Tras la advertiqueja del shinobi de orbes carmesí, la amejin tomó asiento justo a la derecha suya. Reconoció que por lo menos, aunque su suerte hubiese cambiado, seguía teniendo un refresco gratis. Había ganado, dentro de lo que cabe. Sin embargo, no le faltó tiempo para hacer un inciso, una pregunta que tenía entre ceja y ceja, una curiosidad de gato. Sin pelos en la lengua, preguntó a Siete sobre qué negocios podía tener en referencia a los licores.
—Pues, verás... —¿Cómo explicar su negocio sin ser de nuevo víctima de mala mirada? —Soy copropietario de un negocio en Yamira, es un local donde la gente va a fumar y beber. Pero con todo éste jaleo que está habiendo últimamente, nuestros antiguos proveedores están muy escasos de licores. Así que, pues eso... que tenemos que buscar más proveedores de licor. Al final, tener a los clientes satisfechos es lo que hace que un negocio prospere.
»Y si te preguntas, ¿cómo puede llevar su vida de shinobi y llevar a la misma vez un negocio fuera de la villa? Pues es sencillo, con mucha ayuda de mi segunda al mando. Si estuviese solo, sería imposible. —confirmó, encogiéndose de hombros. Por otro lado, había dado una buena media verdad sobre su negocio. Detallar mas sobre el mismo, ya era hundir un poco el dedo sobre la llaga. Y eso es antihigiénico además de asqueroso.