28/10/2021, 22:22
Esta vez, fue Daruu quien fijó la mirada en Kōri. Una mirada embravecida, dispuesta y determinada. La mirada de un Hyūga entrenado y preparado para luchar: la mirada del byakugan.
—La Tormenta no pide permiso —dijo, simplemente. Y cargó hacia adelante.
El muchacho deslizó las suelas de sus botas a medida que llegaba al encuentro con su sensei, con el tronco del cuerpo ladeado hacia su izquierda. Trazando un arco, rasgó el aire con el filo de una katana que se desplegaba al encuentro del Hielo.
—La Tormenta no pide permiso —dijo, simplemente. Y cargó hacia adelante.
El muchacho deslizó las suelas de sus botas a medida que llegaba al encuentro con su sensei, con el tronco del cuerpo ladeado hacia su izquierda. Trazando un arco, rasgó el aire con el filo de una katana que se desplegaba al encuentro del Hielo.