29/10/2021, 19:53
La kunoichi no dudó en atacar con sarcasmo ante la noticia del uzujin acerca de tener un negocio de esa índole. Aclaró que podía entender la situación, aunque era algo relativamente cierto, solo una persona con ese peso sobre sus hombros podía entenderlo. Razón no le faltó al considerar que Tres tendría mucho "peso" sobre los cimientos del local que ambos regentaban. Era más que obvio, que si ella pasaba allí las horas y los días, todos verían en ella más a una jefa o coordinadora que en el shinobi. Y sin tapujos, soltó la pregunta. ¿Cómo podía haber terminado un comerciante como shinobi?
Si, el camino principal del chico de orbes carmesí no era algo fácil de lograr. Era una senda ardua aunque agradecida, pero que requería de un empeño y una dedicación ejemplar. No todos lograban hacerse con el titulo de genin. Pero también era cierto que no todos tienen un objetivo tan claro como Hayato, y a otros lo que les falta es dedicación para ponerse en ello.
—Si, eso está claro. No todos logran pillar las habilidades necesarias para graduarse, pero es que no todos tienen una motivación para lograrlo. No es una meta imposible, pero hay que esforzarse. —Aclaró. —Digamos... que tengo que conseguir que alguien se libre de una gran carga para poder ser libre yo también. Es por eso que no paro de trabajar, si no es en un lado en otro. El dinero no cae del cielo, por desgracia.
El chico terminó encogiéndose de hombros, en lo que esbozaba una leve sonrisa. No tenía porqué dar mas detalles, ¿no?.
Fue entonces que quizás se librase por la campana. Una campana con forma de chico que lucía un uniforme de tendero con detalles coloridos que encajaban bastante con la temática del local. Éste se acercó lo suficiente como para que ambos le tomasen un poco de atención, y con una reverencia se presentó.
—Hola, buenas tardes chicos. Mi nombre es Kuroko, y seré quien les atienda. ¿Desean tomar algo?
El chico tenía una larga cabellera rubia lisa que sobrepasaba con creces en altura la cintura del mismo. Su piel era pálida como un brillo de luz sobre la nieve, y sus orbes eran verdes y finos.
Si, el camino principal del chico de orbes carmesí no era algo fácil de lograr. Era una senda ardua aunque agradecida, pero que requería de un empeño y una dedicación ejemplar. No todos lograban hacerse con el titulo de genin. Pero también era cierto que no todos tienen un objetivo tan claro como Hayato, y a otros lo que les falta es dedicación para ponerse en ello.
—Si, eso está claro. No todos logran pillar las habilidades necesarias para graduarse, pero es que no todos tienen una motivación para lograrlo. No es una meta imposible, pero hay que esforzarse. —Aclaró. —Digamos... que tengo que conseguir que alguien se libre de una gran carga para poder ser libre yo también. Es por eso que no paro de trabajar, si no es en un lado en otro. El dinero no cae del cielo, por desgracia.
El chico terminó encogiéndose de hombros, en lo que esbozaba una leve sonrisa. No tenía porqué dar mas detalles, ¿no?.
Fue entonces que quizás se librase por la campana. Una campana con forma de chico que lucía un uniforme de tendero con detalles coloridos que encajaban bastante con la temática del local. Éste se acercó lo suficiente como para que ambos le tomasen un poco de atención, y con una reverencia se presentó.
—Hola, buenas tardes chicos. Mi nombre es Kuroko, y seré quien les atienda. ¿Desean tomar algo?
El chico tenía una larga cabellera rubia lisa que sobrepasaba con creces en altura la cintura del mismo. Su piel era pálida como un brillo de luz sobre la nieve, y sus orbes eran verdes y finos.