29/10/2021, 21:30
El muchacho le dio la derecha sobre la academia ninja. Él también afirmaba que es difícil para algunos llegar a la habilidad necesaria para convertirse en ninja. En ese asunto no tenían ninguna discrepancia, parecía que ambos opinaban igual. Pero el problema fue cuando le respondió lo otro. Bueno, "respondió". Siete parecía querer dar pocos detalles sobre el tema. Y es que no todos pueden expresar que es lo que lo moviliza a hacer ciertas cosas. No solo tu motivación para hacer algo, sino todo en general. Ya sea porque le da vergüenza o porque oculta algo. Y el uzujin no parecía ser muy vergonzoso que digamos.
Jun alzó la ceja, notando que el otro respondió muy a medias. A todo esto, no se dio cuenta que había un chico a un lado suyo que estaba haciendo una reverencia.
—Oye, pero no me...
Hubo una voz que la interrumpió. Ella no estaba hablando tan alto y quizás el mesero ni siquiera se dio cuenta que la interrumpió. Cuando giró su cabeza, vio a un chico de cabellos largos y rubios, su piel era muy blanca y sus ojos de un color verde. Básicamente, era imposible no poder ver al muchacho, parecía resaltar bastante con el común de la gente.
—Ehm, si ¿Qué tal? — Se acomodó en el sillón y le miró más de frente. —Me gustaría pedirte dos refrescos, ¿cuáles tienes? Y, si puede ser, dime que tienen para picar un poco.
Palpó con su mano el lugar donde tenía su billetera, fijándose con el tacto si había llevado el dinero suficiente. La respuesta era más que obvia que si, pero era mejor er precavida.
Jun alzó la ceja, notando que el otro respondió muy a medias. A todo esto, no se dio cuenta que había un chico a un lado suyo que estaba haciendo una reverencia.
—Oye, pero no me...
Hubo una voz que la interrumpió. Ella no estaba hablando tan alto y quizás el mesero ni siquiera se dio cuenta que la interrumpió. Cuando giró su cabeza, vio a un chico de cabellos largos y rubios, su piel era muy blanca y sus ojos de un color verde. Básicamente, era imposible no poder ver al muchacho, parecía resaltar bastante con el común de la gente.
—Ehm, si ¿Qué tal? — Se acomodó en el sillón y le miró más de frente. —Me gustaría pedirte dos refrescos, ¿cuáles tienes? Y, si puede ser, dime que tienen para picar un poco.
Palpó con su mano el lugar donde tenía su billetera, fijándose con el tacto si había llevado el dinero suficiente. La respuesta era más que obvia que si, pero era mejor er precavida.