6/11/2021, 20:09
Las hikaridama, el peor enemigo de los Hyūga, en concreto, y de Amedama Daruu, en particular. Las odiaba, y si hubiera tenido el sombrero de Kage sobre su cabeza en el pequeño instante en el que tuvo que cerrar los ojos y maldecir claramente en voz alta un exclamado JODER habría jurado que prohibiría su venta. El frío hielo hendió en la carne y provocó un buen corte, pero aún con los ojos cerrados, cuando Kōri hablaba, no perdió el tiempo y por reacción ocultó su espada, propinó un codazo en la nuca a su agachado mentor, y saltó para culminar con un rodillazo en la barbilla y alejarle unos cuantos metros.
Prudencia, sí. Pero también crudeza, poco sentido del honor y algo de mala baba. Kōri acababa de hacerlo. Él también. Eso era una batalla.
—Tomo nota —dijo Daruu, su visión que todo lo veía atenta a varios detalles que le permitirían seguir ese preciado consejo.
Por eso su mano se deslizó de forma rápida a su portaobjetos y de pronto se envolvió en humo. Y dos chicos iguales salieron de aquél humo, ambos flanqueando a Kōri a izquierda y a derecha.
Prudencia, sí. Pero también crudeza, poco sentido del honor y algo de mala baba. Kōri acababa de hacerlo. Él también. Eso era una batalla.
—Tomo nota —dijo Daruu, su visión que todo lo veía atenta a varios detalles que le permitirían seguir ese preciado consejo.
Por eso su mano se deslizó de forma rápida a su portaobjetos y de pronto se envolvió en humo. Y dos chicos iguales salieron de aquél humo, ambos flanqueando a Kōri a izquierda y a derecha.