15/11/2021, 18:12
Eri se sorprendió al escuchar como Reiji ya había firmado su Naginata. «Eso es anticiparse, vaya...» Solo que en una parte no muy visible. Eri imaginó su arma por un momento, pero nunca se hubiera dado cuenta de aquel detalle si él no se lo hubiera dicho. «Si él se volviera famoso, podría hacerlo visible de alguna forma... ¡No! Eri, no se venden armas hechas a medida.»
— Puedes escribir un libro sin ser famosa. Yo ni conozco al tipo que escribió el manual para manejar el barco y oye, me ha resultado de lo más útil.
—Bueno, eso es cierto, y me llevaría un dinerillo extra, que para mí es más importante que ser famosa, la verdad —admitió, asintiendo. Luego volvió a escribir en el libro. Solo quedaban algunos detalles—. No me imagino a Datsue tanto tiempo sentado estando con la energía al tope, la verdad, pero oye, sin duda él es el chico al que más confianza le tengo para que se ponga ese sombrero.
Eri arrancó la hoja y echó un pequeño y último vistazo antes de mostrárselo al herrero.
—Es una fórmula sencilla, sin embargo costará un poco de dominar al principio: en cuanto tengas el arma, yo pondré el sello pertinente y Katsudon tendrá que hacer el resto —comenzó la Uzumaki—. Tendrá que hacer que su chakra entre en contacto con el arma y esta decrecerá a su merced. No tiene que preocuparse de que vuelva a su tamaño pues mantendrá el chakra en el sello, eso sí —levantó un dedo—. Cuando quiera hacerla volver a su tamaño original, tendrá que liberarlo de nuevo. Es fácil, ¿no?
Le miró, esperando una respuesta.
— Puedes escribir un libro sin ser famosa. Yo ni conozco al tipo que escribió el manual para manejar el barco y oye, me ha resultado de lo más útil.
—Bueno, eso es cierto, y me llevaría un dinerillo extra, que para mí es más importante que ser famosa, la verdad —admitió, asintiendo. Luego volvió a escribir en el libro. Solo quedaban algunos detalles—. No me imagino a Datsue tanto tiempo sentado estando con la energía al tope, la verdad, pero oye, sin duda él es el chico al que más confianza le tengo para que se ponga ese sombrero.
Eri arrancó la hoja y echó un pequeño y último vistazo antes de mostrárselo al herrero.
—Es una fórmula sencilla, sin embargo costará un poco de dominar al principio: en cuanto tengas el arma, yo pondré el sello pertinente y Katsudon tendrá que hacer el resto —comenzó la Uzumaki—. Tendrá que hacer que su chakra entre en contacto con el arma y esta decrecerá a su merced. No tiene que preocuparse de que vuelva a su tamaño pues mantendrá el chakra en el sello, eso sí —levantó un dedo—. Cuando quiera hacerla volver a su tamaño original, tendrá que liberarlo de nuevo. Es fácil, ¿no?
Le miró, esperando una respuesta.