27/11/2021, 14:43
En lugar de contestar verbalmente, la mujer se dedicó a mirar a una y otra durante unos largos segundos antes de volver a sorber de su té. Abrió la boca durante un instante, solo para cerrarla de nuevo. El silencio invadiria la oscuridad hasta que las kunoichis lo rompieran.
Ahora a una distancia razonable y viendo lo que el vaivén de las llamas les permitían, verían que tras ella había un biombo de bambú que les impedía ver. La luz de las velas iluminaba toda la estancia aunque de forma tenue. Podían ver las dos paredes laterales, lisas, sin decoración siquiera, pero gran parte de la pared de enfrente estaba tapada por el biombo. Los cojines y la tabla del té eran todo el mobiliario que había.
Ahora a una distancia razonable y viendo lo que el vaivén de las llamas les permitían, verían que tras ella había un biombo de bambú que les impedía ver. La luz de las velas iluminaba toda la estancia aunque de forma tenue. Podían ver las dos paredes laterales, lisas, sin decoración siquiera, pero gran parte de la pared de enfrente estaba tapada por el biombo. Los cojines y la tabla del té eran todo el mobiliario que había.