5/12/2021, 01:28
Esa habitación era el verdadero misterio. No había examinador, cosa que habían tenido a lo largo de toda la casa en cada una de las salas. Sin examinador, ¿cómo iban a saber si entendían el enigma o si lo habían resuelto? Y además, estaba esa extraña corriente proveniente de una esquina. Todo era muy... diferente.
Sin embargo, era una misión D dentro de la propia villa, ¿qué podía salir mal?
Cuando Kimi abriese el pergamino con Jun a su lado, verían qué podía salir mal.
Apenas tendrían el tiempo de reacción para cerrar los ojos y apretar los dientes al ver el sello explosivo y ambas saldrían despedidas contra la pared con un estruendo impresionante. La explosión por delante y el golpe contra la pared por detrás las dejaría aturdidas y doloridas. El pitido en los oidos, la confusión y el dolor serían su respuesta más inmediata.
En el pergamino había un sello explosivo. Ese era el hecho. Por suerte para ellas, la pared había resistido, aunque se había agrietado notablemente y no parecía que fuese a aguantar mucho más.
La puerta se abriría antes de que se recuperasen del impacto, no oirian nada de lo que estabban diciendo, pero podrían ver a las dos personas que habían tenido por examinadores acercarse a ellas, entre preocupadas y alarmadas. El chico se dirigió a Kimi y la mujer a Jun mientras la gritaba al hombre restante algo.
Sin embargo, Otoko Nazo, el hombre que las había recibido y que les había hecho firmar aquel extraño documento, no atendía a lo que le decía su compañera. Estaba en shock, miraba a los alrededores, viendo la habitación ahora completamente negra excepto por los rastros de sangre de las kunoichi.
Entonces les volvería el oído, poco a poco.
— ¡Nazo! ¡Espabila! ¡Ves a buscar ayuda!
— ¿Donde está? ¿¡Donde está mi hermano!? — gritaba desesperado mirando a las heridas. — ¡¿Qué ha pasado?! ¿Qué es esto? Él... no estará...
Miró al centro de la explosión con los ojos vidriosos, aún sin atender a la mujer.
— Hey, ¿estás bien? — preguntó la mujer al ver que Kimi respondía de nuevo a las voces.
En el caso del chico, prácticamente le estaba llorando encima a Jun.
— ¡No vayas a la luz! ¡Tienes mucho por lo que vivir!
Sin embargo, era una misión D dentro de la propia villa, ¿qué podía salir mal?
Cuando Kimi abriese el pergamino con Jun a su lado, verían qué podía salir mal.
Apenas tendrían el tiempo de reacción para cerrar los ojos y apretar los dientes al ver el sello explosivo y ambas saldrían despedidas contra la pared con un estruendo impresionante. La explosión por delante y el golpe contra la pared por detrás las dejaría aturdidas y doloridas. El pitido en los oidos, la confusión y el dolor serían su respuesta más inmediata.
En el pergamino había un sello explosivo. Ese era el hecho. Por suerte para ellas, la pared había resistido, aunque se había agrietado notablemente y no parecía que fuese a aguantar mucho más.
La puerta se abriría antes de que se recuperasen del impacto, no oirian nada de lo que estabban diciendo, pero podrían ver a las dos personas que habían tenido por examinadores acercarse a ellas, entre preocupadas y alarmadas. El chico se dirigió a Kimi y la mujer a Jun mientras la gritaba al hombre restante algo.
Sin embargo, Otoko Nazo, el hombre que las había recibido y que les había hecho firmar aquel extraño documento, no atendía a lo que le decía su compañera. Estaba en shock, miraba a los alrededores, viendo la habitación ahora completamente negra excepto por los rastros de sangre de las kunoichi.
Entonces les volvería el oído, poco a poco.
— ¡Nazo! ¡Espabila! ¡Ves a buscar ayuda!
— ¿Donde está? ¿¡Donde está mi hermano!? — gritaba desesperado mirando a las heridas. — ¡¿Qué ha pasado?! ¿Qué es esto? Él... no estará...
Miró al centro de la explosión con los ojos vidriosos, aún sin atender a la mujer.
— Hey, ¿estás bien? — preguntó la mujer al ver que Kimi respondía de nuevo a las voces.
En el caso del chico, prácticamente le estaba llorando encima a Jun.
— ¡No vayas a la luz! ¡Tienes mucho por lo que vivir!