6/12/2021, 01:11
El camarero hizo un gesto afirmativo ante la pregunta de la clienta. Vio el papel en la mesa y sacó la suma correspondiente. En el camino que hacía con el cuerpo para darle el dinero al muchacho, agarró una patata y se llevó a la boca.
—Por favor, no hay de qué. — Respondió con algo de sarcasmo, incluso con un intento de actuación en sus expresiones.
De un mordisco se llevó la mitad del tubérculo, el cual masticaba con cierta ansia. Esperó que el camarero se aleje para seguir hablando de lo que acababa de pasar.
—De hecho lo es. Pero te entiendo si aún sigues prefiriendo los lobos. — Rio leve y se terminó de tragar la comida. Casi de inmediato, agarró otra.
A Siete no le bastó con haber visto el Kagemane. Ahora preguntó sutilmente cual era su debilidad. Si el rango que tenía era corto, si su duración era limitada. Era curioso, porque esas dos eran algunas de las debilidades. Pero quizás no era tan grave como en otras técnicas.
—De hecho, ninguno de los dos es mucho problema. — Respondió algo cortante.
Era más que obvio que no iba a revelarle mucho más. Ya le había mostrado demasiado. Y no es que era un rival para ella, ni que estuviera obligada a enfrentarse a él en algún momento, como para no decirle con detalle de que trataba. Pero tampoco iba a decirle a todo el mundo donde estaba el talón de Aquiles de la técnica.
Tomó el refresco de limón con la mano que tenía libre.
—Espero que disfrutes esa cosa roja. — Señaló con la mirada el otro refresco, con expresión de asco.
—Por favor, no hay de qué. — Respondió con algo de sarcasmo, incluso con un intento de actuación en sus expresiones.
De un mordisco se llevó la mitad del tubérculo, el cual masticaba con cierta ansia. Esperó que el camarero se aleje para seguir hablando de lo que acababa de pasar.
—De hecho lo es. Pero te entiendo si aún sigues prefiriendo los lobos. — Rio leve y se terminó de tragar la comida. Casi de inmediato, agarró otra.
A Siete no le bastó con haber visto el Kagemane. Ahora preguntó sutilmente cual era su debilidad. Si el rango que tenía era corto, si su duración era limitada. Era curioso, porque esas dos eran algunas de las debilidades. Pero quizás no era tan grave como en otras técnicas.
—De hecho, ninguno de los dos es mucho problema. — Respondió algo cortante.
Era más que obvio que no iba a revelarle mucho más. Ya le había mostrado demasiado. Y no es que era un rival para ella, ni que estuviera obligada a enfrentarse a él en algún momento, como para no decirle con detalle de que trataba. Pero tampoco iba a decirle a todo el mundo donde estaba el talón de Aquiles de la técnica.
Tomó el refresco de limón con la mano que tenía libre.
—Espero que disfrutes esa cosa roja. — Señaló con la mirada el otro refresco, con expresión de asco.