7/12/2021, 10:10
La puya había caído y ella sabía que le iba a caer una respuesta. Más que saber que le iba a responder, esperaba que este lo haga. El hecho de que no lo haga, sinceramente, la decepcionaría. Incluso, ya habiendo escuchado lo que tenía para soltar, pensó que el otro iba a ir por un camino más ofensivo. Pero no le molestaba el chiste ese, le agradaba que siga en el mismo juego que ella.
Soltó la risa, no había estado para nada mal.
—Debo admitir que sos rápido.
Parecía que la rapidez del Senju se limitaba solo a los chistes, porque, si hablamos de la comida, la chica ya se había terminado la segunda patata y estaba cogiendo la tercera. Quizá no era tanto culpa del shinobi, sino de Jun que andaba con bastante ganas de comer.
Luego de haberle dado otra mordida a su snack, iba a abrir la boca para seguir delirándolo con lo de su refresco. También podía encarar por otro lado, los temas para molestar a alguien no eran limitados. Pero, en ese preciso momento, apareció una tercera voz. Le molestó un poco la interrupción, pero esperaba que fuera algo importante, por lo que no reaccionó al instante.
Lo que vio cuando se giro fue a dos hombres, uno delgado y otro muy grande. Como típico dúo cómico, gordo y flaco. No solo en sus físicos, también en sus formas de ser. El flaco nervioso, correcto y recto. El gordo terrenal, directo y despreocupado. Una primera impresión que daban los hombres con solo expresarse.
No pudo evitar soltar una leve risilla cuando el grandote soltó sin más su necesidad.
—¿Te sientes bien? — Giró su vista hacia el hombre del libro. Lo notaba bastante trastabillado en su hablar. —Te noto un poco nervioso.
La muchacha le miraba fijo, pero lejos de estar seria o enojada, esbozaba una sonrisa. No lo hacía por ser amigable, sino por confianza propia. Sentía que podía llegar a tener la situación bajo control. Esquivar la acusación del hombre ya era el primer paso. Lo que sí, no sabía si ese hombre era un guardia o que, pero para que la vaya a acusar tan libremente y sin más, le daba indicio de que no era un ciudadano más del lugar. Específicamente en esa ciudad, quería ser lo más cautelosa posible.
Soltó la risa, no había estado para nada mal.
—Debo admitir que sos rápido.
Parecía que la rapidez del Senju se limitaba solo a los chistes, porque, si hablamos de la comida, la chica ya se había terminado la segunda patata y estaba cogiendo la tercera. Quizá no era tanto culpa del shinobi, sino de Jun que andaba con bastante ganas de comer.
Luego de haberle dado otra mordida a su snack, iba a abrir la boca para seguir delirándolo con lo de su refresco. También podía encarar por otro lado, los temas para molestar a alguien no eran limitados. Pero, en ese preciso momento, apareció una tercera voz. Le molestó un poco la interrupción, pero esperaba que fuera algo importante, por lo que no reaccionó al instante.
Lo que vio cuando se giro fue a dos hombres, uno delgado y otro muy grande. Como típico dúo cómico, gordo y flaco. No solo en sus físicos, también en sus formas de ser. El flaco nervioso, correcto y recto. El gordo terrenal, directo y despreocupado. Una primera impresión que daban los hombres con solo expresarse.
No pudo evitar soltar una leve risilla cuando el grandote soltó sin más su necesidad.
—¿Te sientes bien? — Giró su vista hacia el hombre del libro. Lo notaba bastante trastabillado en su hablar. —Te noto un poco nervioso.
La muchacha le miraba fijo, pero lejos de estar seria o enojada, esbozaba una sonrisa. No lo hacía por ser amigable, sino por confianza propia. Sentía que podía llegar a tener la situación bajo control. Esquivar la acusación del hombre ya era el primer paso. Lo que sí, no sabía si ese hombre era un guardia o que, pero para que la vaya a acusar tan libremente y sin más, le daba indicio de que no era un ciudadano más del lugar. Específicamente en esa ciudad, quería ser lo más cautelosa posible.