15/12/2021, 21:19
—. Pasó lo que le dije, señor. ¿Está seguro de que no hay alguna especie de entrada secreta? Me imaginaba que podrían tener algo así en una casa de los misterios...
— Claro que no hay ninguna entrada secreta. Solo hemos alquilado el lugar. ¿Cómo ibamos a construir esto nosotros?
Lo que decían las kunoichis era un completo sin sentido.¿Qué se pensaban que era eso? ¿La guarida secreta de un ex kage renacido que ahora busca venganza? ¿En el calabozo secreto de un megalomano multimillonario? ¡Que estaban en un piso normal de la villa!
—Evidentemente tu estado no te deja pensar bien, por lo que deberíamos ir a la habitación para que veas que tu hermano no estaba allí. E investiguemos bien el lugar para que no haya dudas.
El hombre se giraba de un lado a otro sin realmente moverse del sitio, haciendo evidente lo nervioso que estaba.
— He visto perfectamente lo que NO había en esa sala.
Ya ni siquiera las miraba, estaba mordiendose las uñas, perdido en sus pensamientos. El mago estaba de pie en una esquina, esperando a que la situación se tranquilizase para tranquilizarse él mismo. La mujer, en cambio, estaba en el medio con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
— ¿Podemos dejar la discusión para otro momento e ir al maldito hospital? — no quería arrastrar a las heridas, de hecho, dudaba que pudiese siquiera.
No paraba de mirarlas preocupada y ofuscada por el nulo caso que la hacía todo el mundo. Para las kunoichi eso podía ser un día más, pero para una civil como ella, aquello era algo completamente surrealista. Las dos muchachas tenían quemaduras y cortes por todo el cuerpo y estaban ahí discutiendo como si nada.
—¿Kyoka?
— ¿Sí? — la mujer encaró a Jun, perdiendo la ofuscación pero manteniendo la preocupación.
—Cuando entré a esa habitación noté que hacía un poco más de frío que en los demás lugares de la casa ¿Sabes si eso era normal allÍ?
Se lo pensó unos segundo antes de contestar, insegura.
— Tal vez sea por las velas. Os estarían dando calor, supongo.
— Claro que no hay ninguna entrada secreta. Solo hemos alquilado el lugar. ¿Cómo ibamos a construir esto nosotros?
Lo que decían las kunoichis era un completo sin sentido.¿Qué se pensaban que era eso? ¿La guarida secreta de un ex kage renacido que ahora busca venganza? ¿En el calabozo secreto de un megalomano multimillonario? ¡Que estaban en un piso normal de la villa!
—Evidentemente tu estado no te deja pensar bien, por lo que deberíamos ir a la habitación para que veas que tu hermano no estaba allí. E investiguemos bien el lugar para que no haya dudas.
El hombre se giraba de un lado a otro sin realmente moverse del sitio, haciendo evidente lo nervioso que estaba.
— He visto perfectamente lo que NO había en esa sala.
Ya ni siquiera las miraba, estaba mordiendose las uñas, perdido en sus pensamientos. El mago estaba de pie en una esquina, esperando a que la situación se tranquilizase para tranquilizarse él mismo. La mujer, en cambio, estaba en el medio con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
— ¿Podemos dejar la discusión para otro momento e ir al maldito hospital? — no quería arrastrar a las heridas, de hecho, dudaba que pudiese siquiera.
No paraba de mirarlas preocupada y ofuscada por el nulo caso que la hacía todo el mundo. Para las kunoichi eso podía ser un día más, pero para una civil como ella, aquello era algo completamente surrealista. Las dos muchachas tenían quemaduras y cortes por todo el cuerpo y estaban ahí discutiendo como si nada.
—¿Kyoka?
— ¿Sí? — la mujer encaró a Jun, perdiendo la ofuscación pero manteniendo la preocupación.
—Cuando entré a esa habitación noté que hacía un poco más de frío que en los demás lugares de la casa ¿Sabes si eso era normal allÍ?
Se lo pensó unos segundo antes de contestar, insegura.
— Tal vez sea por las velas. Os estarían dando calor, supongo.