16/12/2021, 01:47
Pese a que el caballero delgado cabalgó entre la vanidad y la indecisión, su actitud fue de lo más imprudente. Bueno, salvo que pensase en su salvaguardia entre leyes, normas y personas civiles como testigos. Se la estaba jugando, pero lo hacía jugando en su terreno, como cuando un dragón lucha en su morada. Llevado por su respuesta, y respaldado de la situación a su favor, se vio por un instante eclipsado a ante las palabras de la kunoichi. Ahora, ambos remaban en una dirección, y ésta incluso había sugerido que pusiesen las normas más fundamentales en algún lugar visible. Después de todo, tenía bastante lógica. Buscando quizás cambiar drásticamente de tema, preguntó si era difícil convertirse en guardias de la ciudad.
«Bien, bien. Ahora sí.»
El aspirante se aclaró la voz, apostando su puño ante su boca para no resultar grosero o maleducado —en el ámbito físico no demasiado, pero tiene un examen de acceso bastante complejo. Hay casi 300 normas, y muchas de ellas con varios apartados. Momo me ayuda a prepararme con el adiestramiento físico, y yo le ayudo a memorizar las normas recordándoselas constantemente.
»Bueno, haremos una excepción. Ninguno quiere problemas, y no han habido problemas mayores o afectados por esa técnica macabra. Pero por favor, no usen más técnicas dentro de tabernas o bares, está prohibido para evitar daños al local o su gente.
—Si, lo recordaremos. Muchas gracias por la cordialidad.
«Y que te den por el culo...»
—¿Ya podemos comer? —apresuró a preguntar el grandullón.
—Sí, podemos seguir con esos filetes, compañero.
Para cuando el par de tipos se alejasen lo suficiente, el Senju dejaría caer un tensado suspiro. Tomaría una vez más el refresco, y antes de darle un buen sorbo, haría una pequeña pausa para remarcar algo que posiblemente ambos pensasen —vaya panda de tontos. Si todos los guardias están cortados por ese patrón, más me vale pasar poco por ésta ciudad. —Ahora sí, le pegaría ese ansiado sorbo.
«Bien, bien. Ahora sí.»
El aspirante se aclaró la voz, apostando su puño ante su boca para no resultar grosero o maleducado —en el ámbito físico no demasiado, pero tiene un examen de acceso bastante complejo. Hay casi 300 normas, y muchas de ellas con varios apartados. Momo me ayuda a prepararme con el adiestramiento físico, y yo le ayudo a memorizar las normas recordándoselas constantemente.
»Bueno, haremos una excepción. Ninguno quiere problemas, y no han habido problemas mayores o afectados por esa técnica macabra. Pero por favor, no usen más técnicas dentro de tabernas o bares, está prohibido para evitar daños al local o su gente.
—Si, lo recordaremos. Muchas gracias por la cordialidad.
«Y que te den por el culo...»
—¿Ya podemos comer? —apresuró a preguntar el grandullón.
—Sí, podemos seguir con esos filetes, compañero.
Para cuando el par de tipos se alejasen lo suficiente, el Senju dejaría caer un tensado suspiro. Tomaría una vez más el refresco, y antes de darle un buen sorbo, haría una pequeña pausa para remarcar algo que posiblemente ambos pensasen —vaya panda de tontos. Si todos los guardias están cortados por ese patrón, más me vale pasar poco por ésta ciudad. —Ahora sí, le pegaría ese ansiado sorbo.