21/12/2021, 02:22
Con una agradable interpretación, la chica despidió al dúo de principiantes de guardia. Éstos parecían bastante satisfechos con su labor, incluso siendo que no eran aún parte de esa milicia. Pero bueno, a caballo regalado no le mires los dientes, o eso dicen. Es curioso, ¿para qué mirarle los dientes? Esas cosas pegan unos bocados de aúpa.
El Senju se quejó, una vez estuvieron éstos fuera de un alcance aproximado de su voz. La chica sin embargo los escudó un poco. No demasiado, pero sí hizo un poco de gala de saber ponerse en el papel de otra persona. Llegó la kunoichi a la conclusión, de que si Siete quería llevar a flote un negocio, posiblemente tuviese que hacer frente a éste tipo de situaciones más a menudo. La verdad, de eso en realidad se ocupaba su socia. Ella era la más avispada en las charlas de negociación y sin duda alguna, la mas calmada ante los fallos en las mismas.
—Supongo que tienes razón —le dio la razón, si la tenía la tenía. —Luego trataré de hablar con el encargado, y a ver si hay suerte con los precios y la calidad de las bebidas. Aunque, pensándolo bien, quizás hubiese sido buena idea traer a alguien que entienda un poco de licores.
Tomó de nuevo el refresco, y le propinó un generoso trago. Colocó el vaso de nuevo en la mesa, y suspiró.
—En fin, tendré que intentar zanjar un trato con marcas conocidas, con las que no me puedan dar rata por liebre.
El Senju se quejó, una vez estuvieron éstos fuera de un alcance aproximado de su voz. La chica sin embargo los escudó un poco. No demasiado, pero sí hizo un poco de gala de saber ponerse en el papel de otra persona. Llegó la kunoichi a la conclusión, de que si Siete quería llevar a flote un negocio, posiblemente tuviese que hacer frente a éste tipo de situaciones más a menudo. La verdad, de eso en realidad se ocupaba su socia. Ella era la más avispada en las charlas de negociación y sin duda alguna, la mas calmada ante los fallos en las mismas.
—Supongo que tienes razón —le dio la razón, si la tenía la tenía. —Luego trataré de hablar con el encargado, y a ver si hay suerte con los precios y la calidad de las bebidas. Aunque, pensándolo bien, quizás hubiese sido buena idea traer a alguien que entienda un poco de licores.
Tomó de nuevo el refresco, y le propinó un generoso trago. Colocó el vaso de nuevo en la mesa, y suspiró.
—En fin, tendré que intentar zanjar un trato con marcas conocidas, con las que no me puedan dar rata por liebre.