19/01/2022, 23:44
— ¿Hola? Ya hemos vuelto del hospital.
Kyoka se levantó de golpe al oír una voz en la entrada. Estaba sentada en el escritorio haciendo algo con un trozo de papel medio quemado. La fortaleza que había mostrado en el momento de máxima tensión, cuando había explotado el sello y todo se había cuelto puro caos, estaba decayendo poco a poco. Empezaban a asomarse algunas lágrimas en su mirada mientras se giraba para encarar a las kunoichi.
— Oh, chicas, ya estáis aquí. — se limpió con una manga del kimono las lágrimas y entonces volvió su atención al papel. — Sí, eh, aquí teneis. — cogió el papel, medio quemado, arrugado, humedo, para que lo leyesen. — Cuidado, está algo delicado.
En el papel apenas quedaban un par de lineas que parecían haber tenido toda una redacción detrás: "[...]con todo eso, espero que entendais mis razones. No quiero que os involucreis más de lo necesario, pero si existe una posibilidad de saberlo, tengo que arriesgarme." Y en la esquina inferior derecha, la firma de un tal Otoko Hito.
— Cuando volví, estaban discutiendo Masu y Nazo. Al parecer, Nazo había encontrado una carta de su hermano. Estaba medio quemada, obviamente, porque estaba en el mismo mueble que ha reventado. — soltó una risa nerviosa y se tapó la boca levemente, como si le costase seguir hablando. — Entonces Nazo intentó marcharse a buscar a su hermano, Masu intentó detenerlo y Nazo le soltó un puñetazo en toda la cara. Yo... yo no... no sé qué significa la carta, qué quiere saber Hito, pero la he arreglado un poco para que pudieseis leerla.
Los varios pedazos que componían la carta estaban juntados por cinta adhesiva en su parte trasera. Kyoka volvió a limpiarse los ojos a la espera de las preguntas de las chicas.
Kyoka se levantó de golpe al oír una voz en la entrada. Estaba sentada en el escritorio haciendo algo con un trozo de papel medio quemado. La fortaleza que había mostrado en el momento de máxima tensión, cuando había explotado el sello y todo se había cuelto puro caos, estaba decayendo poco a poco. Empezaban a asomarse algunas lágrimas en su mirada mientras se giraba para encarar a las kunoichi.
— Oh, chicas, ya estáis aquí. — se limpió con una manga del kimono las lágrimas y entonces volvió su atención al papel. — Sí, eh, aquí teneis. — cogió el papel, medio quemado, arrugado, humedo, para que lo leyesen. — Cuidado, está algo delicado.
En el papel apenas quedaban un par de lineas que parecían haber tenido toda una redacción detrás: "[...]con todo eso, espero que entendais mis razones. No quiero que os involucreis más de lo necesario, pero si existe una posibilidad de saberlo, tengo que arriesgarme." Y en la esquina inferior derecha, la firma de un tal Otoko Hito.
— Cuando volví, estaban discutiendo Masu y Nazo. Al parecer, Nazo había encontrado una carta de su hermano. Estaba medio quemada, obviamente, porque estaba en el mismo mueble que ha reventado. — soltó una risa nerviosa y se tapó la boca levemente, como si le costase seguir hablando. — Entonces Nazo intentó marcharse a buscar a su hermano, Masu intentó detenerlo y Nazo le soltó un puñetazo en toda la cara. Yo... yo no... no sé qué significa la carta, qué quiere saber Hito, pero la he arreglado un poco para que pudieseis leerla.
Los varios pedazos que componían la carta estaban juntados por cinta adhesiva en su parte trasera. Kyoka volvió a limpiarse los ojos a la espera de las preguntas de las chicas.