3/02/2022, 17:20
Kōri no miraba a Kiroe directamente, pero sí que podía sentir su presencia. Cómo para no hacerlo.
—Pues yo creo que ya sé por qué le ha llamado Shanise.
Cuando quería, la pastelera podía ser tan silenciosa como un copo de nieve, no en vano había pertenecido al escuadrón de inteligencia y espionaje. Sin embargo, en aquellos instantes, parecía que había decidido recabar la información de otra manera mucho menos sutil:
—Va a contar con él como próximo Arashikage. ¡Que lo sé yo! ¡Daruu está destinado a serlo! Ya lo visteis gritar en el torneo: ¡Yo seré la Tormenta!
Kiroe iba de aquí para allá, exclamando a los cuatro vientos sus sospechas sobre por qué Daruu había sido citado por Hōzuki Shanise. Y aumentaba aún más el volumen de su voz cuando pasaba cerca de su mesa, como si estuviese esperando que Kōri confirmara sus ideas. El Hielo no lo hizo. Pero a cambio se llevaba también las miradas recelosas del resto de clientes. Todos allí sabían que él había sido el sensei del Hyūga. Todos allí sabían que Kōri debía ser el que mejor manejara aquella información. Y, precisamente por eso, él callaba. Extendió una mano hacia la bandeja de los deliciosos bollitos de vainilla, pero justo entonces una cabecita apareció junto a él.
—¿Ganó el combate? —preguntó la pequeña Chiiro—. ¿Mi hermano ganó?
Kōri se quedó mirándola durante unos largos instantes que se hicieron eternos. Al final, apartó sus ojos gélidos de ella y se llevó el bollo a la boca.
—Sí. Ganó —respondió, antes de asestar el primer bocado.
Kōri se había visto superado por su alumno de la noche a la mañana, sin tan siquiera haberlo visto venir. No era rabia, ni orgullo lo que sentía. ¿Pero entonces por qué tenía aquella angustia en su pecho?
—Pues yo creo que ya sé por qué le ha llamado Shanise.
Cuando quería, la pastelera podía ser tan silenciosa como un copo de nieve, no en vano había pertenecido al escuadrón de inteligencia y espionaje. Sin embargo, en aquellos instantes, parecía que había decidido recabar la información de otra manera mucho menos sutil:
—Va a contar con él como próximo Arashikage. ¡Que lo sé yo! ¡Daruu está destinado a serlo! Ya lo visteis gritar en el torneo: ¡Yo seré la Tormenta!
Kiroe iba de aquí para allá, exclamando a los cuatro vientos sus sospechas sobre por qué Daruu había sido citado por Hōzuki Shanise. Y aumentaba aún más el volumen de su voz cuando pasaba cerca de su mesa, como si estuviese esperando que Kōri confirmara sus ideas. El Hielo no lo hizo. Pero a cambio se llevaba también las miradas recelosas del resto de clientes. Todos allí sabían que él había sido el sensei del Hyūga. Todos allí sabían que Kōri debía ser el que mejor manejara aquella información. Y, precisamente por eso, él callaba. Extendió una mano hacia la bandeja de los deliciosos bollitos de vainilla, pero justo entonces una cabecita apareció junto a él.
—¿Ganó el combate? —preguntó la pequeña Chiiro—. ¿Mi hermano ganó?
Kōri se quedó mirándola durante unos largos instantes que se hicieron eternos. Al final, apartó sus ojos gélidos de ella y se llevó el bollo a la boca.
—Sí. Ganó —respondió, antes de asestar el primer bocado.
Kōri se había visto superado por su alumno de la noche a la mañana, sin tan siquiera haberlo visto venir. No era rabia, ni orgullo lo que sentía. ¿Pero entonces por qué tenía aquella angustia en su pecho?