6/02/2022, 19:06
Nao soltó una media sonrisa. «Me gustaría tener en mi mismo la confianza que usted tiene en mí.» A decir verdad, Nao no estaba del todo seguro que su técnica fuera a ser útil. Se consideraba a si mismo un niña bastante flojo. Entre tanto, analizaba las palabras de la kunoichi.
—O puede que no pudieran...— Se llevó los dedos al montón. —Hasta donde tengo entendido, los ninjas retirados no suelen tener permiso para salir de la aldea tan fácilmente. Aunque eso no explica porque esa tal Karaga no ha venido ella misma a indagar aquí — Ahí había un hueco que debían llenar.
Tenía muchas preguntas al respecto, pero ahora mismo no podían obtener respuestas.
—¿Quién fue la víctima? ¿Quién vivía en esta casa? ¿Qué pasó con el victimario? — Levantó su mirada al húmedo techo. —A menos que preguntemos directamente, no lo sabremos — Dirigió de nuevo su mirada a Jun.
De pronto, los ratoncitos que caminaban a lo largo de la estructura, regresaron. Nao sacó de nuevo su pergamino, lanzándolo al piso para extenderlo y que los animales regresaran a su lugar de origen, pero esta vez tomando la forma de palabras.
—Y ahí lo tiene — Movió el pincel en la boca.
No había mucha información relevante. El segundo piso parecía estar tan derruido como el primero, aunque por la antigüedad de las vidas era seguro que se cayera con que los dos shinobis subiesen a revisar. No había pasadizos visibles en el suelo tampoco. Lo único llamativo en ese pergamino, era que se mencionaba un hundimiento muy marcado en un dormitorio bajo llave, en el primer nivel de la casa.
—O puede que no pudieran...— Se llevó los dedos al montón. —Hasta donde tengo entendido, los ninjas retirados no suelen tener permiso para salir de la aldea tan fácilmente. Aunque eso no explica porque esa tal Karaga no ha venido ella misma a indagar aquí — Ahí había un hueco que debían llenar.
Tenía muchas preguntas al respecto, pero ahora mismo no podían obtener respuestas.
—¿Quién fue la víctima? ¿Quién vivía en esta casa? ¿Qué pasó con el victimario? — Levantó su mirada al húmedo techo. —A menos que preguntemos directamente, no lo sabremos — Dirigió de nuevo su mirada a Jun.
De pronto, los ratoncitos que caminaban a lo largo de la estructura, regresaron. Nao sacó de nuevo su pergamino, lanzándolo al piso para extenderlo y que los animales regresaran a su lugar de origen, pero esta vez tomando la forma de palabras.
—Y ahí lo tiene — Movió el pincel en la boca.
No había mucha información relevante. El segundo piso parecía estar tan derruido como el primero, aunque por la antigüedad de las vidas era seguro que se cayera con que los dos shinobis subiesen a revisar. No había pasadizos visibles en el suelo tampoco. Lo único llamativo en ese pergamino, era que se mencionaba un hundimiento muy marcado en un dormitorio bajo llave, en el primer nivel de la casa.