7/02/2022, 01:32
—¿No pudieran? — Se rascó con un dedo la mejilla.
Tenía mucho sentido que no pudieran venir, pero ella no creía que era por lo que nombró el otro. De una forma u otra, hubieran ido a buscar algo de la casa. Había un dato más que se les escapaba de su conocimiento.
Igual de curioso que un filosofo, Nao expresaba algunas de las preguntas y repreguntas que tenía. Solo nombró algunas, pero la chica sentía que su compañero tenía cierta inquietud con respecto al tema.
—Sería demasiado difícil que podamos deducir todo eso. — Suspiró. —Siento que hay algo que se nos está escapando de las manos.
Al termino de su última palabra, los roedores retornaron al lugar donde estaban ambos. El shinobi no tardó en lanzar un pergamino al piso y, como clavadistas, los ratones se metieron en este. La Nara, curiosa, asomó su cabeza hacia el pergamino. «Es increíble... Y demasiado útil también.» Los animalitos se habían transformado en palabras, las cuales expresaban información sobre el territorio que recorrieron.
Menos mal que Nao tenía ese as bajo la manga, porque, si el piso de arriba estaba tan mal como estaba abajo, se hubiera caído inmediatamente si alguno de los dos subía. Aunque, estaba más que cantado que Jun no se hubiera ofrecido nunca para subir a ese piso.
Por lo otro, no pudo notar nada relevante del escrito. Solo algo sobre una habitación cerrada con llave. Un hundimiento.
—¿Y eso del dormitorio? — Le miró de reojo. —Deberíamos intentar entrar.
Tenía mucho sentido que no pudieran venir, pero ella no creía que era por lo que nombró el otro. De una forma u otra, hubieran ido a buscar algo de la casa. Había un dato más que se les escapaba de su conocimiento.
Igual de curioso que un filosofo, Nao expresaba algunas de las preguntas y repreguntas que tenía. Solo nombró algunas, pero la chica sentía que su compañero tenía cierta inquietud con respecto al tema.
—Sería demasiado difícil que podamos deducir todo eso. — Suspiró. —Siento que hay algo que se nos está escapando de las manos.
Al termino de su última palabra, los roedores retornaron al lugar donde estaban ambos. El shinobi no tardó en lanzar un pergamino al piso y, como clavadistas, los ratones se metieron en este. La Nara, curiosa, asomó su cabeza hacia el pergamino. «Es increíble... Y demasiado útil también.» Los animalitos se habían transformado en palabras, las cuales expresaban información sobre el territorio que recorrieron.
Menos mal que Nao tenía ese as bajo la manga, porque, si el piso de arriba estaba tan mal como estaba abajo, se hubiera caído inmediatamente si alguno de los dos subía. Aunque, estaba más que cantado que Jun no se hubiera ofrecido nunca para subir a ese piso.
Por lo otro, no pudo notar nada relevante del escrito. Solo algo sobre una habitación cerrada con llave. Un hundimiento.
—¿Y eso del dormitorio? — Le miró de reojo. —Deberíamos intentar entrar.