12/03/2022, 18:56
Si, notar a aquel aguacate entre tanta uva era casi evidente. Ni siquiera era por su placa en la frente que básicamente decía "soy un aguacate", sino que se le notaba por como actuaba dentro de ese lugar. Y nadie lo podía culpar, casi que a todos los foráneos se les notaba extraños allí dentro. Algunos menos molestos con la lluvia, otros más... perdón, molestos con las uvas. Lo que si se le notaba a este aguacate es que era más agua que cate y parecía necesitar con urgencia protegerse de eso.
Y es ahí donde entran los más avispados.
—Lluvia. Que sorpresa, ¿no? — Iba a escuchar Siete detrás suyo.
Si este se daría vuelta, vería bajó una capucha la sonrisa de un treintañero castaño, con una evidente falta de bello facial y de unos atrapantes ojos azules oscuros. Flacucho y algo alto, sin duda más alto que Hayato.
—Parece que las gotas ya te están atravesando. — Rio sin disimulo y exageradamente. Aunque eran físicamente parecidos, no podía pasar por alto el hacer esa broma.
Se puso a un lado del Senju y, mientras tomaba un paraguas, colocaba la otra mano en la espalda del muchacho, como si lo conociera de toda la vida.
—Mira, este te puede venir bien. — Le mostraba de frente el paraguas para que este lo recogiera y lo viera mejor.
El paraguas era uno plegable, de esos que te son cómodos de llevar y los puedes guardar en cualquier lado. Si sacaba el forro que tenía encima, notaría que era de un color amarillo liso. Y, si llegaba al punto de abrirlo, notaría que podía ser un poco endeble pero cumplidor.
Y es ahí donde entran los más avispados.
—Lluvia. Que sorpresa, ¿no? — Iba a escuchar Siete detrás suyo.
Si este se daría vuelta, vería bajó una capucha la sonrisa de un treintañero castaño, con una evidente falta de bello facial y de unos atrapantes ojos azules oscuros. Flacucho y algo alto, sin duda más alto que Hayato.
—Parece que las gotas ya te están atravesando. — Rio sin disimulo y exageradamente. Aunque eran físicamente parecidos, no podía pasar por alto el hacer esa broma.
Se puso a un lado del Senju y, mientras tomaba un paraguas, colocaba la otra mano en la espalda del muchacho, como si lo conociera de toda la vida.
—Mira, este te puede venir bien. — Le mostraba de frente el paraguas para que este lo recogiera y lo viera mejor.
El paraguas era uno plegable, de esos que te son cómodos de llevar y los puedes guardar en cualquier lado. Si sacaba el forro que tenía encima, notaría que era de un color amarillo liso. Y, si llegaba al punto de abrirlo, notaría que podía ser un poco endeble pero cumplidor.