3/02/2016, 20:09
Por fin el peliblanco notó la presencia de su compañero de armas, ya estaba tardando después de tanta charla de la rubia. Tras su relato un lesionado Kazuma pidió disculpas que para Karamaru eran innecesarias.
No puedes pedir disculpas por algo inevitable, esos bandidos eran demasiados y actuaron rápido. Con respeto a los que fallecieron, igualmente hay que sentirse orgullosos de haber podidos pararles los pies.
Nos vemos luego, Karamaru, necesito descansar.
Nos vemos
Karamaru sabía que era hora de partir. El saber que habían pasado cinco días, imprevisto para el calvo, hizo que extrañara un poco su casa y la interminable lluvia de ese lugar. Tal vez a la mañana siguiente se iría sin dejar rastro de su presencia. Ya todo había terminado igualmente. Vio al peliblanco caminar por el largo pasillo central de la casa mientras que Iori tomaba un sorbo de té todavía con una sonrisa en la cara.
Pasó la noche en ese lugar y a la mañana, un poco menos dolorido, comenzó a preparar su mochila de viaje. Alimento, bebida, carpa, luz, lo tenía todo pero una persona lo interrumpió.
No te vayas, espera hasta mañana. Por favor.
La rubia lo había estado mirando desde la puerta de esa de esa segunda sala de enfermería improvisada. Pero sin esperar respuesta alguna y con un rostro serio así como llegó se fue, dejando al calvo que reflexionase. Después de todo lo que había pasado se iba a ir sin saludar. Había sido egoísta de su parte y ahora no le podía decir que no a una cara bonita.
Todavía con los rayos del amanecer se dirigió a la costa, lugar donde pasó todo el día. Vio a los trabajadores pasar, usar el ascensor, ir a ver el barco quemado y hacer más cosas de las que calvo podría imaginar. El monje solo se dedicó a descansar y hablar con ellos y para cuando quiso darse cuenta la noche había llegado. Uno de los aldeanos lo invitado a ir una especie de fiesta que se estaba celebrando en el centro de la ciudad.
Al llegar pudo ver una gran fogata y a mucha gente caminar, charlar y divertirse. Todos los problemas parecían tan lejanos que el calvo comenzó a sentir nostalgia, como si todo hubiese pasado años atrás. Pero unos brazos lo rodearon desde las espalda y lo sacaron de sus divagaciones.
Veo que te has quedado. Ven vamos a tomar algo
Iori lo tomó de la mano, de nuevo sin esperar la aprobación del monje, y lo llevó a un pequeño puesto lleno de gente y luces. La rubia pidió dos vasos de algo que Karamaru no había tomado nunca, pero que al probarlo parecía bastante rico. Fue una charla larga y tendida de horas de duración. Intercambiaron vivencias, historias, recuerdos, gustos, costumbres y risas y recuerdos. Pero ambos sabía que al día siguiente se despedirían y a la chica no parecía caerle muy bien.
Disfrute de tu compañía. Después de lo que pasó creo que he madurado un poco, siento que estoy preparada para poder ayudar a este pueblo. Ya no soy una niña inocente, y todo por que me salvaste. ¿Volverán? ¿Volverán tú y Kazuma?
¿Qué tipo de pregunta es esa? Nos verás aquí antes de que llueva de nuevo, no nos olvidaremos tan rápido de ustedes. La próxima vez que venga me llevaras a dar vueltas con su barco ¿Verdad?
La rubia tenía un rostro adornado con lágrimas y sonrisa. Karamaru había tratado de tomarse el asunto con humor, pero parecía que a la chica no le gustaban las despedidas. Le dio un beso cálido en la mejilla al monje y se fue, dejando solo al shinobi que seguramente lejos estaba de olvidarla a ella y todo el pueblo.
...
La fiesta había terminado y todavía quedaban algunos alcoholizados dando vueltas. Los residentes del lugar habían aprovechado la ocasión para poder disfrutar un poco. Pero para el shinobi los primeros rayos del Sol no significaban más que una despedida. Tomó sus cosas y salió de la casa, no sin antes dejarle una carta a la rubia en el salón.
Mientras se acercaba a la entrada del pueblo pudo ver a un peliblanco que se le había adelantado. No era el único que tenía pensado volver a su casa aunque sus caminos se dividían a partir de ese momento. Uno iría al sur y el otro al este, así que era el momento de despedida entre ellos dos.
Se le acercó lo suficiente como para que le pueda escuchar y le habló desde la distancia.
¿Sigues creyendo en la justicia?
No puedes pedir disculpas por algo inevitable, esos bandidos eran demasiados y actuaron rápido. Con respeto a los que fallecieron, igualmente hay que sentirse orgullosos de haber podidos pararles los pies.
Nos vemos luego, Karamaru, necesito descansar.
Nos vemos
Karamaru sabía que era hora de partir. El saber que habían pasado cinco días, imprevisto para el calvo, hizo que extrañara un poco su casa y la interminable lluvia de ese lugar. Tal vez a la mañana siguiente se iría sin dejar rastro de su presencia. Ya todo había terminado igualmente. Vio al peliblanco caminar por el largo pasillo central de la casa mientras que Iori tomaba un sorbo de té todavía con una sonrisa en la cara.
Pasó la noche en ese lugar y a la mañana, un poco menos dolorido, comenzó a preparar su mochila de viaje. Alimento, bebida, carpa, luz, lo tenía todo pero una persona lo interrumpió.
No te vayas, espera hasta mañana. Por favor.
La rubia lo había estado mirando desde la puerta de esa de esa segunda sala de enfermería improvisada. Pero sin esperar respuesta alguna y con un rostro serio así como llegó se fue, dejando al calvo que reflexionase. Después de todo lo que había pasado se iba a ir sin saludar. Había sido egoísta de su parte y ahora no le podía decir que no a una cara bonita.
Todavía con los rayos del amanecer se dirigió a la costa, lugar donde pasó todo el día. Vio a los trabajadores pasar, usar el ascensor, ir a ver el barco quemado y hacer más cosas de las que calvo podría imaginar. El monje solo se dedicó a descansar y hablar con ellos y para cuando quiso darse cuenta la noche había llegado. Uno de los aldeanos lo invitado a ir una especie de fiesta que se estaba celebrando en el centro de la ciudad.
Al llegar pudo ver una gran fogata y a mucha gente caminar, charlar y divertirse. Todos los problemas parecían tan lejanos que el calvo comenzó a sentir nostalgia, como si todo hubiese pasado años atrás. Pero unos brazos lo rodearon desde las espalda y lo sacaron de sus divagaciones.
Veo que te has quedado. Ven vamos a tomar algo
Iori lo tomó de la mano, de nuevo sin esperar la aprobación del monje, y lo llevó a un pequeño puesto lleno de gente y luces. La rubia pidió dos vasos de algo que Karamaru no había tomado nunca, pero que al probarlo parecía bastante rico. Fue una charla larga y tendida de horas de duración. Intercambiaron vivencias, historias, recuerdos, gustos, costumbres y risas y recuerdos. Pero ambos sabía que al día siguiente se despedirían y a la chica no parecía caerle muy bien.
Disfrute de tu compañía. Después de lo que pasó creo que he madurado un poco, siento que estoy preparada para poder ayudar a este pueblo. Ya no soy una niña inocente, y todo por que me salvaste. ¿Volverán? ¿Volverán tú y Kazuma?
¿Qué tipo de pregunta es esa? Nos verás aquí antes de que llueva de nuevo, no nos olvidaremos tan rápido de ustedes. La próxima vez que venga me llevaras a dar vueltas con su barco ¿Verdad?
La rubia tenía un rostro adornado con lágrimas y sonrisa. Karamaru había tratado de tomarse el asunto con humor, pero parecía que a la chica no le gustaban las despedidas. Le dio un beso cálido en la mejilla al monje y se fue, dejando solo al shinobi que seguramente lejos estaba de olvidarla a ella y todo el pueblo.
...
La fiesta había terminado y todavía quedaban algunos alcoholizados dando vueltas. Los residentes del lugar habían aprovechado la ocasión para poder disfrutar un poco. Pero para el shinobi los primeros rayos del Sol no significaban más que una despedida. Tomó sus cosas y salió de la casa, no sin antes dejarle una carta a la rubia en el salón.
Mientras se acercaba a la entrada del pueblo pudo ver a un peliblanco que se le había adelantado. No era el único que tenía pensado volver a su casa aunque sus caminos se dividían a partir de ese momento. Uno iría al sur y el otro al este, así que era el momento de despedida entre ellos dos.
Se le acercó lo suficiente como para que le pueda escuchar y le habló desde la distancia.
¿Sigues creyendo en la justicia?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘