27/03/2022, 11:48
En lo que corría tras el tipo con ganas de buscar follón, no podía hacer más que pensar en una estrategia eficaz y no arriesgada por detenerlo. Pero por su cabeza nada más que pasaban ideas de calcinarlo, prenderle fuego a algo y que le cayese encima, o bien simplemente volar por los aires el suelo que pisara. Pero si fallaba el golpe por culpa del agetreo, o bien el disparo de fuego se desviaba un poco y dañaba de más a ese tipo u a otra persona...
«¿¡MALDITA SEA!? ¿¡A ESTE RITMO SE ME ESCAPA!?»
Pero momentáneamente le vislumbró una idea que le pareció simplemente brillante. Una idea que por su sencillez y originalidad podía tener un efecto perfecto, y sin riesgo de dañar de más. Aunque era evidente, que un mínimo de daño merecía recibir a cambio de toda ésta situación. Así pues, Hayato continuó la frenética carrera tras el ladrón, tanto como podía, en lo que realizaba un sencillo nudo en uno de sus shurikens. De inmediato, lanzaría el shuriken, descaradamente por el flanco derecho del ladrón, en lo que casi parecía una parábola. Pero esa parábola era totalmente imposible, pasaba casi a un metro de distancia y viajando hacia el horizonte. O eso podía parecer a simple vista...
Unos cuantos metros de hilo shinobi ataviaban al metal con la posibilidad de sorprender al ladronzuelo envolviéndolo, puesto que al llegar a su máxima distancia y con el arco de trayectoria que llevaba, terminaría por al menos enredarse en las piernas o cintura del tipo. Tan solo esperaba que no fallase la estrategia, pues lo siguiente ya sería meterle fuego en el culo, como mínimo.
—¡LADRONZUELO! ¡DEJA DE CORRER! —Bramó de nuevo.
Sabía que no le iba a hacer caso, por más que gritase. Pero en realidad no era la verdadera intención, tan solo quería que más gente viese el espectáculo, y algún otro shinobi terminase ayudando en la captura de ese criminal de tres al cuarto.
«¿¡MALDITA SEA!? ¿¡A ESTE RITMO SE ME ESCAPA!?»
Pero momentáneamente le vislumbró una idea que le pareció simplemente brillante. Una idea que por su sencillez y originalidad podía tener un efecto perfecto, y sin riesgo de dañar de más. Aunque era evidente, que un mínimo de daño merecía recibir a cambio de toda ésta situación. Así pues, Hayato continuó la frenética carrera tras el ladrón, tanto como podía, en lo que realizaba un sencillo nudo en uno de sus shurikens. De inmediato, lanzaría el shuriken, descaradamente por el flanco derecho del ladrón, en lo que casi parecía una parábola. Pero esa parábola era totalmente imposible, pasaba casi a un metro de distancia y viajando hacia el horizonte. O eso podía parecer a simple vista...
Unos cuantos metros de hilo shinobi ataviaban al metal con la posibilidad de sorprender al ladronzuelo envolviéndolo, puesto que al llegar a su máxima distancia y con el arco de trayectoria que llevaba, terminaría por al menos enredarse en las piernas o cintura del tipo. Tan solo esperaba que no fallase la estrategia, pues lo siguiente ya sería meterle fuego en el culo, como mínimo.
—¡LADRONZUELO! ¡DEJA DE CORRER! —Bramó de nuevo.
Sabía que no le iba a hacer caso, por más que gritase. Pero en realidad no era la verdadera intención, tan solo quería que más gente viese el espectáculo, y algún otro shinobi terminase ayudando en la captura de ese criminal de tres al cuarto.