27/03/2022, 21:46
Nadie le habló durante ese tiempo. Lo cierto es que había pocas palabras en aquel sitio, conocido entre ellos como el Ojete de Ōnindo. Tenía cierta forma de ojete, había que reconocer. Y… bueno, estaba lleno de mierda. Hablando de mierda, vio cómo la Hambrienta cagaba en el suelo y luego tiraba sus heces a la pared. Sin ningún reparo, a la vista de todo el mundo. Tampoco es como si tuviese algo con lo que cubrirse.
—¿Te quedan preguntas, Sin Piernas? —murmuró de pronto el anciano—. Puedo responderte a algunas antes de quedarme dormido.
—¿Te quedan preguntas, Sin Piernas? —murmuró de pronto el anciano—. Puedo responderte a algunas antes de quedarme dormido.