30/03/2022, 09:19
Como la última vez que Kimi la había secuestrado cuando ya se habían jurado irse a dormir, el cuerpo de Chika estaba en otra dimensión. Mientras su hermana comprobaba que su padre estaba dormido, o muerto, Chika estiró todas sus extremidades concienzudamente.
—. ¡Quizás haya una arcade por aquí cerca! ¿Y si buscamos una?
— Eso estaría bien, pero no más comida. No sé si podría con otro trozo de pollo frito... Ahora me apetece probarlo. — gruñó de tristeza confusa mientras se masajeaba los hombros.
Finalmente, y como era de esperar, no encontraron ningún arcade. Desde luego, Amegakure estaba demasiado avanzada para su propio bien. Por suerte, Kimi mantuvo el tipo y siguió adelante por las celebraciones. Y menos mal, porque Chika no tenía las fuerzas para ser ella la que encabezase el rumbo.
Siguió a su hermana a un puestecito y ésta se estaba probando unas orejitas de gato. Aunque en su inocencia infantil cogió el color que peor combinaba, a pesar de que había unas negras justo al lado. Pero Chika no estaba atenta a eso, Chika sonreía con total sinceridad a su hermana.
— ¿Qué piensas, me quedan bien? ¿Ka-nyan?
La pobre peliazul tuvo que soportar tal ataque de adorabilidad. Su hermana era más bien una persona seria que antes que ser adorable te revienta la puta cabeza entrenando. Y, sin embargo, ahí estaba, con unas orejitas rosadas haciendo de gatita. Chika se llevó una mano a la cara, intentando ocultar el sonrojo, pero no apartó la mirada.
— Te quedan genial, pero ¿no crees que sería mejor coger las negras? Así pegan con tu pelo. — Chika ya había asumido que iban a comprarlas.
—. ¡Quizás haya una arcade por aquí cerca! ¿Y si buscamos una?
— Eso estaría bien, pero no más comida. No sé si podría con otro trozo de pollo frito... Ahora me apetece probarlo. — gruñó de tristeza confusa mientras se masajeaba los hombros.
Finalmente, y como era de esperar, no encontraron ningún arcade. Desde luego, Amegakure estaba demasiado avanzada para su propio bien. Por suerte, Kimi mantuvo el tipo y siguió adelante por las celebraciones. Y menos mal, porque Chika no tenía las fuerzas para ser ella la que encabezase el rumbo.
Siguió a su hermana a un puestecito y ésta se estaba probando unas orejitas de gato. Aunque en su inocencia infantil cogió el color que peor combinaba, a pesar de que había unas negras justo al lado. Pero Chika no estaba atenta a eso, Chika sonreía con total sinceridad a su hermana.
— ¿Qué piensas, me quedan bien? ¿Ka-nyan?
La pobre peliazul tuvo que soportar tal ataque de adorabilidad. Su hermana era más bien una persona seria que antes que ser adorable te revienta la puta cabeza entrenando. Y, sin embargo, ahí estaba, con unas orejitas rosadas haciendo de gatita. Chika se llevó una mano a la cara, intentando ocultar el sonrojo, pero no apartó la mirada.
— Te quedan genial, pero ¿no crees que sería mejor coger las negras? Así pegan con tu pelo. — Chika ya había asumido que iban a comprarlas.