4/02/2016, 14:21
(Última modificación: 4/02/2016, 14:21 por Amedama Daruu.)
Daruu y Zetsuo intercambiaron un intenso duelo de miradas, y ninguno de los dos desvió los ojos de los del otro hasta que el mayor de los dos intervino:
—Desde luego, es igual de irrespetuoso que su padre. Espero que al menos se le dé mejor combatir que a él, o te verás en la ruina, Kiroe.
Daruu dio un paso, dio otro. Dio algunos más, cada vez más rápido. Se detuvo a un par de metros de Zetsuo y apretó los puños con fuerza. Entonces... Entonces...
Paró en seco. Se mordió el labio inferior e hizo una queda y pronunciada reverencia al que acababa de desafiar.
—Lamento mucho mi osadía, Zetsuo-san. Pero espero que me juzgue mejor cuando me conozca un poco más —dijo Daruu. Kiroe no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Se había adelantado para frenar a su hijo, pero el resultado había sido muy diferente al que esperaba—. Eso sí. Si peleo contra Ayame... Ganaré.
Volvió a levantar la mirada y la clavó en la de Zetsuo, lleno de determinación.
«Querías caerle bien a la gente, Daruu, ¿qué narices pensabas? ¡Tonto, tonto, tonto!».
La auto-inculpación de Daruu se cortó súbitamente en la psique de Zetsuo, como si alguien hubiera tirado del cable que estaba pinchando, cuando Kiroe le revolvió los cabellos a su hijo. Daruu se apartó con un quejido y se afanó por volverse a dejar bien el cabello.
—Vaya, parece que al fin y al cabo, mi niño se hace mayor... Bueno, Zetsuo, se ha disculpado. Ya es algo más de lo que hizo Danbaku en la vida, y bien que seguíais siendo amigos —dijo, y continuó su camino como si nada—. Por cierto... ¿Tienes problemas de memoria? ¿Cuántas veces le ganaste a Danbaku? La última vez que lo conté, yo diría que las mismas que perdiste.
La comitiva pareció seguir su curso. Daruu agachó la cabeza y continuó caminando en silencio.
«¿Qué... ha sido eso?»
Cuando su madre le había revuelto el cabello, Daruu había notado algo que no estaba como tenía que estar. Suena extraño, pero era como si alguien le hubiese... masajeado el cerebro.
—Desde luego, es igual de irrespetuoso que su padre. Espero que al menos se le dé mejor combatir que a él, o te verás en la ruina, Kiroe.
Daruu dio un paso, dio otro. Dio algunos más, cada vez más rápido. Se detuvo a un par de metros de Zetsuo y apretó los puños con fuerza. Entonces... Entonces...
«Por mi impaciencia, yo maté a tu padre... Sé paciente, Daruu. Sé calmado. Reflexivo».
Paró en seco. Se mordió el labio inferior e hizo una queda y pronunciada reverencia al que acababa de desafiar.
—Lamento mucho mi osadía, Zetsuo-san. Pero espero que me juzgue mejor cuando me conozca un poco más —dijo Daruu. Kiroe no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Se había adelantado para frenar a su hijo, pero el resultado había sido muy diferente al que esperaba—. Eso sí. Si peleo contra Ayame... Ganaré.
Volvió a levantar la mirada y la clavó en la de Zetsuo, lleno de determinación.
«Querías caerle bien a la gente, Daruu, ¿qué narices pensabas? ¡Tonto, tonto, tonto!».
La auto-inculpación de Daruu se cortó súbitamente en la psique de Zetsuo, como si alguien hubiera tirado del cable que estaba pinchando, cuando Kiroe le revolvió los cabellos a su hijo. Daruu se apartó con un quejido y se afanó por volverse a dejar bien el cabello.
—Vaya, parece que al fin y al cabo, mi niño se hace mayor... Bueno, Zetsuo, se ha disculpado. Ya es algo más de lo que hizo Danbaku en la vida, y bien que seguíais siendo amigos —dijo, y continuó su camino como si nada—. Por cierto... ¿Tienes problemas de memoria? ¿Cuántas veces le ganaste a Danbaku? La última vez que lo conté, yo diría que las mismas que perdiste.
La comitiva pareció seguir su curso. Daruu agachó la cabeza y continuó caminando en silencio.
«¿Qué... ha sido eso?»
Cuando su madre le había revuelto el cabello, Daruu había notado algo que no estaba como tenía que estar. Suena extraño, pero era como si alguien le hubiese... masajeado el cerebro.