1/04/2022, 21:50
La ira había cegado a Chika por completo, ni siquiera se había dado cuenta de que había un tercero hasta que escuchó la electricidad tomar forma alrededor del brazo de un nuevo enemigo. Tuvo el tiempo justo de interponer sus brazos para no recibir el golpe de lleno, retrocediendo varios metros pero consiguiendo mantenerse en pie.
— ¡Date prisa y llévatela! No podemos echar a perder la misión.
Y Chika sonrió. Tenía algo de sangre en la boca, no había podido absorber todo el impacto con los brazos y parte de él había llegado a sus costillas. Tal vez algo se había roto, pero no era ninguna de sus costillas, ninguno de sus huesos, ninguno de sus dientes, su autocontrol se había roto. Algo dentro de ella estaba cantando una canción, la canción de la muerte. Deshizo la guardia, sacudió los brazos e hizo un único sello.
En menos de un parpadeo, Chika apareció al otro lado de la batalla, interceptando al que intentaba huir con Kimi.
— ¿Llevartela? No mientras yo esté en pie.
Lo único que sentía Chika en ese instante era ira. Completamente descontrolada. Quería destruir a esos bastardos sin ningún miramiento. Estaba acostumbrada a pelear con un control inaudito, pues normalmente lo hacía sin intención real de hacer daño, por lo que ahora, peleando sin ese control, se sentía mucho más salvaje.
Tras aparecer al lado del asaltante que estaba intentando llevarse a su hermana, por el lado por el que no la cargaba, cargó contra él con toda su ira canalizada en su brazo. Solo quería una cosa, destruir. Se lanzaría intentando asestarle el lariat en el pecho con su brazo izquierdo y mandarlo a su casa con una buena dosis de perforaciones pulmonares por fragmentos de costilla.
— ¡Date prisa y llévatela! No podemos echar a perder la misión.
Y Chika sonrió. Tenía algo de sangre en la boca, no había podido absorber todo el impacto con los brazos y parte de él había llegado a sus costillas. Tal vez algo se había roto, pero no era ninguna de sus costillas, ninguno de sus huesos, ninguno de sus dientes, su autocontrol se había roto. Algo dentro de ella estaba cantando una canción, la canción de la muerte. Deshizo la guardia, sacudió los brazos e hizo un único sello.
En menos de un parpadeo, Chika apareció al otro lado de la batalla, interceptando al que intentaba huir con Kimi.
— ¿Llevartela? No mientras yo esté en pie.
Lo único que sentía Chika en ese instante era ira. Completamente descontrolada. Quería destruir a esos bastardos sin ningún miramiento. Estaba acostumbrada a pelear con un control inaudito, pues normalmente lo hacía sin intención real de hacer daño, por lo que ahora, peleando sin ese control, se sentía mucho más salvaje.
Tras aparecer al lado del asaltante que estaba intentando llevarse a su hermana, por el lado por el que no la cargaba, cargó contra él con toda su ira canalizada en su brazo. Solo quería una cosa, destruir. Se lanzaría intentando asestarle el lariat en el pecho con su brazo izquierdo y mandarlo a su casa con una buena dosis de perforaciones pulmonares por fragmentos de costilla.