2/04/2022, 23:05
Aún así, Raijin le pidió un zumo de naranja. Odiaba los zumos, odiaba la naranja, odiaba todo ahora mismo. Sin embargo, no dijo nada. Se quedó sobre su taburete, observando los alrededores. Hasta que un misterioso hombre se sentó al lado de su padre.
La voz no se parecía en nada a los de anoche. Eso y tener a Raijin entre ambos salvó al hombre de ser el saco de boxeo en el que Chika depositase amablemente sus problemas de ansiedad y furia descontrolada.
Clavó la mirada en el vaso de zumo, aún entero. Aquel hombre parecía tan confuso como ellos. Sin embargo, Chika no confiaba ni en su sombra ahora mismo. Clavó la mirada en él, esperando una sola palabra mal sonante o una expresión sospechosa para levantarse y hacer lo indecible.
La voz no se parecía en nada a los de anoche. Eso y tener a Raijin entre ambos salvó al hombre de ser el saco de boxeo en el que Chika depositase amablemente sus problemas de ansiedad y furia descontrolada.
Clavó la mirada en el vaso de zumo, aún entero. Aquel hombre parecía tan confuso como ellos. Sin embargo, Chika no confiaba ni en su sombra ahora mismo. Clavó la mirada en él, esperando una sola palabra mal sonante o una expresión sospechosa para levantarse y hacer lo indecible.