6/04/2022, 23:15
(Última modificación: 6/04/2022, 23:18 por Tsukiyama Daigo. Editado 2 veces en total.)
Una cosa quedó en claro en aquel momento: la paciencia de Mika era extremadamente corta y Chika pudo ver el momento exacto en el que esta llegó a su fin. En cuanto la Kaminari empezó a huir de ella, todo el pelo de la Minami se erizó y se cubrió de una capa de electricidad tan grande que ni siquiera se le podía llamar capa.
La mujer corrió hacia ella en un parpadeo, simplemente atravesando el animal como si no fuese más que viento hasta llegar directamente a Chika, quien apenas tuvo tiempo de reacción antes de que Mika le estampara el brazo directamente en el cuello.
El golpe fue brutal, tanto que por sí solo fue suficiente para lanzar a Chika volando a toda velocidad contra una de las paredes, haciendo que perdiese la conciencia del impacto. No tuvo tiempo de pensar, o de tener algún tipo de último arrepentimiento, o nada. Simplemente cayó.
En su inconsciencia, la peliazul tuvo un sueño muy extraño, en el que rememoraba todo su último año de vida, pero empezando desde el último momento.
Recordó haber sido despertada esta mañana por Raijin, y entonces recordó haberse ido a dormir adolorida. Recordó cuando la atacaron la noche anterior y cuando salió a caminar con su hermana. Recordó la semana pasada, cuando quedó con Lyndis, Ranko y Meme, y la semana anterior a esa, y el mes anterior, hasta el día del accidente.
Entonces despertó, extremadamente aturdida, pero no adolorida, en una cama hecha de paja en la misma habitación que cuando quedó inconsciente. Frente a ella, en la cama de piedra, Mika estaba sentada, acariciando la cabeza de su hija.
— Así que Kaminari Chika ¿eh? —Le dijo—. No sabía que Raijin tenía una hija de tu edad, pero supongo que ya entiendo de dónde sale toda esa pasividad tuya.
La mujer corrió hacia ella en un parpadeo, simplemente atravesando el animal como si no fuese más que viento hasta llegar directamente a Chika, quien apenas tuvo tiempo de reacción antes de que Mika le estampara el brazo directamente en el cuello.
El golpe fue brutal, tanto que por sí solo fue suficiente para lanzar a Chika volando a toda velocidad contra una de las paredes, haciendo que perdiese la conciencia del impacto. No tuvo tiempo de pensar, o de tener algún tipo de último arrepentimiento, o nada. Simplemente cayó.
En su inconsciencia, la peliazul tuvo un sueño muy extraño, en el que rememoraba todo su último año de vida, pero empezando desde el último momento.
Recordó haber sido despertada esta mañana por Raijin, y entonces recordó haberse ido a dormir adolorida. Recordó cuando la atacaron la noche anterior y cuando salió a caminar con su hermana. Recordó la semana pasada, cuando quedó con Lyndis, Ranko y Meme, y la semana anterior a esa, y el mes anterior, hasta el día del accidente.
Entonces despertó, extremadamente aturdida, pero no adolorida, en una cama hecha de paja en la misma habitación que cuando quedó inconsciente. Frente a ella, en la cama de piedra, Mika estaba sentada, acariciando la cabeza de su hija.
— Así que Kaminari Chika ¿eh? —Le dijo—. No sabía que Raijin tenía una hija de tu edad, pero supongo que ya entiendo de dónde sale toda esa pasividad tuya.