6/02/2016, 20:42
La vida de esta kunoichi se basaba en descubrir las cosas durante la marcha, por eso no se tomó ni dos minutos en mirar el pueblo y simplemente se internaría en el mismo pese a estar en igualdad de condiciones con su compañero pelirrojo. Total, siendo un pueblo común y corriente no debería pasarles nada malo y perderse se soluciona caminando en línea recta.
- Ah… - Fue la única respuesta que le otorgó la chica.
El chico se apresuró para alcanzarla y ubicarse justo a su lado a una distancia en la que las manos se rozaban con las piernas de ambos y eso le trajo una duda a ella. ~ ¿Se notará la válvula? ~ Se preguntaba ella al sentir el roce de la mano ajena muy cerca de la zona donde la circunferencia metálica se encontraba, apenas si llegaba a marcarse un ligero relieve en la pierna de Ritsuko pero claro, su carne era suave a diferencia de la válvula.
—Y lo tendrá, por supuesto, yo mismo seré quien tenga el honor de colocaroslo, si no os importuna, por supuesto
Comentario que tomó desprevenida a la pelirroja, la cual simplemente desvió la mirada en dirección contraria a la de su acompañante para que no viese la mueca avergonzada que se mostraba en su rostro, principalmente por culpa de los cuentos que se había tomado la libertad de leerse en casa. Además, hacer eso implica estar a corta distancia nuevamente, no tanto como el abrazo pero ella al menos se sentiría como si fuese una mascota con su dueño.
Lo primero que hicieron dentro del pueblo fue acercarse a la joyería donde Reiji debía hacer la entrega y en cuestión de segundos se había realizado, el asunto fue que justo después de que la empleada dejase la caja de colgantes frente a la chica y comenzara a inspeccionar cada uno (no sea cosa que tome uno oxidado por casualidad) la empleada comenzó a hablar acerca de parejas y dicho sea de paso se ve que interpretó que estos pelirrojos eran oficialmente una pareja. El imaginarlo era más que suficiente para que Ritsuko se pusiera más roja que su propia cabellera y tampoco podía decir nada en ese estado.
Los colgantes en general eran bastante similares unos de otros, cadenas con tonos distintos y algunos con una hermosa capa de suciedad a causa de haber estado quien sabe cuanto tiempo allí dentro. Eso si, había unos que eran exageradamente gruesos y otros con tanta joyería incrustada que le daban repelús a Ritsuko que toda su vida había optado por las cosas simples y los accesorios no entraban en esta categoría. ~ Lo importante es que entre en la gema ¿No...? ~ Pensaba viéndose incapaz de decidirse por uno.
De tanto revolver el contenido de la caja, pudo localizar justo en el fondo de la misma una cadenita delgada y no muy larga de color plateado, la más simple dentro de toda la caja pero esa simpleza fue la que cautivó el ojo de la kunoichi que no tardó demasiado en extraerla para verificar que tuviese un largo coherente ya que se supone que estaría atada a su cuello por horas y sería una verdadera molestia que sobrase demasiado o que quedase afirmada a su piel.
Con esa alegría característica la genin de Taki se giró mirando a aquel que la acompañaba para mostrarle el simple colgante. - ¡Este me gusta! - Exclamó con los ojos iluminados. Literalmente le resultaba perfecto, a juzgar por el largo la gema no estaría sacudiéndose con cada cosa que ella hiciera pero tampoco estaría apretándole el cuello, era la medida perfecta para que el rubí quedase en su pecho por encima de la línea del busto por donde el top no le llegaba a cubrir.
- Ah… - Fue la única respuesta que le otorgó la chica.
El chico se apresuró para alcanzarla y ubicarse justo a su lado a una distancia en la que las manos se rozaban con las piernas de ambos y eso le trajo una duda a ella. ~ ¿Se notará la válvula? ~ Se preguntaba ella al sentir el roce de la mano ajena muy cerca de la zona donde la circunferencia metálica se encontraba, apenas si llegaba a marcarse un ligero relieve en la pierna de Ritsuko pero claro, su carne era suave a diferencia de la válvula.
—Y lo tendrá, por supuesto, yo mismo seré quien tenga el honor de colocaroslo, si no os importuna, por supuesto
Comentario que tomó desprevenida a la pelirroja, la cual simplemente desvió la mirada en dirección contraria a la de su acompañante para que no viese la mueca avergonzada que se mostraba en su rostro, principalmente por culpa de los cuentos que se había tomado la libertad de leerse en casa. Además, hacer eso implica estar a corta distancia nuevamente, no tanto como el abrazo pero ella al menos se sentiría como si fuese una mascota con su dueño.
Lo primero que hicieron dentro del pueblo fue acercarse a la joyería donde Reiji debía hacer la entrega y en cuestión de segundos se había realizado, el asunto fue que justo después de que la empleada dejase la caja de colgantes frente a la chica y comenzara a inspeccionar cada uno (no sea cosa que tome uno oxidado por casualidad) la empleada comenzó a hablar acerca de parejas y dicho sea de paso se ve que interpretó que estos pelirrojos eran oficialmente una pareja. El imaginarlo era más que suficiente para que Ritsuko se pusiera más roja que su propia cabellera y tampoco podía decir nada en ese estado.
Los colgantes en general eran bastante similares unos de otros, cadenas con tonos distintos y algunos con una hermosa capa de suciedad a causa de haber estado quien sabe cuanto tiempo allí dentro. Eso si, había unos que eran exageradamente gruesos y otros con tanta joyería incrustada que le daban repelús a Ritsuko que toda su vida había optado por las cosas simples y los accesorios no entraban en esta categoría. ~ Lo importante es que entre en la gema ¿No...? ~ Pensaba viéndose incapaz de decidirse por uno.
De tanto revolver el contenido de la caja, pudo localizar justo en el fondo de la misma una cadenita delgada y no muy larga de color plateado, la más simple dentro de toda la caja pero esa simpleza fue la que cautivó el ojo de la kunoichi que no tardó demasiado en extraerla para verificar que tuviese un largo coherente ya que se supone que estaría atada a su cuello por horas y sería una verdadera molestia que sobrase demasiado o que quedase afirmada a su piel.
Con esa alegría característica la genin de Taki se giró mirando a aquel que la acompañaba para mostrarle el simple colgante. - ¡Este me gusta! - Exclamó con los ojos iluminados. Literalmente le resultaba perfecto, a juzgar por el largo la gema no estaría sacudiéndose con cada cosa que ella hiciera pero tampoco estaría apretándole el cuello, era la medida perfecta para que el rubí quedase en su pecho por encima de la línea del busto por donde el top no le llegaba a cubrir.