17/04/2022, 19:37
Un escalofrío tremendo le recorrió el cuerpo cuando escuchó quien fue la persona que murió allí. Pero todo eso era el principio de todo, no era ni siquiera la punta del iceberg de todo el caso.
Un padre asesinando a su hija no era pan del día a día. Mucho menos cuando se sabe que estos casos se pueden investigar de manera tan fácil. Como mencionó la mujer, la ANBU podía simplemente ver sus recuerdos y ver que es lo que hizo. Sin embargo, el suegro de Kagekatsu parecía no aceptar que había cometido tal acto. «¿Se podrá ser tan descarado?» Estaba igual que sorprendida que su compañero, que hizo la pregunta lógica que cualquier persona le vendría a la mente.
Pero es que había algo más. No había encontrado el arma del crimen y, sin más, el hombre fue ejecutado. «Pero, ¿qué carajos? ¿Ni investigaron el porqué del actuar del tipo?» Y, por si las cosas en la vida de Kagekatsu parecían ser bastante traumáticas a ese punto, se venía la parte más fuerte.
Perpleja en su sitio se quedó cuando escuchó lo que le hicieron a la hija y al hijo de ese hombre. Era muy difícil de digerir toda esa historia ¿Qué clase de demente iría a cortarle las piernas a una persona? Todo este relato no solo demostraba que el actor de todo esto tenía un grave problema, sino que también demostraba que tenía algo personal con aquel hombre. Como si iría marcando victima por victima a dedo, intentando que cada uno de sus crímenes le duela más que el otro. Y, para el colmo de todo, el que realizó eso era, ni más ni menos, que un ANBU. Se apellidaba Fujiwara.
Cuando Karaga pidió perdón por lo horrible que sonaba todo, Jun solo asintió con la cabeza. Por mucho que intentaba, no podía disimular lo mucho que le afectó todo lo que contó. Pero no quería que se detuviese, después de todo, era ella la que en un principio quería saber que había detrás de todo eso.
Ahora sí, miró de golpe a la médica cuando mencionó el suicidio, y luego a Nao cuando habló. Cuando volvió a mirar a la mujer, sus ojos se empezaron a tornar lagrimosos. El arco de Fujiwara terminó con su muerte, causada por él mismo, pero no sin antes dejar atrás un río de sangre y de complejos trucos para dejar en la mierda a cualquier persona. No le bastó con matar a su esposa, deduciblemente, y a su suegro. También secuestró a sus hijos y dejó a ambos en muy mal estado, física y mentalmente. Finalmente, Kagekatsu terminó en la calle, tremendamente derrumbado después de la bataola de tragedias que había vivido su familia. «¿Por qué?...»
La espada que tenían en frente y que luego selló la médica, era la herramienta para que la psique de ese hombre pueda estar un poco mejor. Pero el daño ya estaba hecho, ya todo había sucedido. Era como poner una curita encima de un desmembramiento. La chica ni siquiera giró al escuchar a Nao tan impotente y alterado. Por dentro se sentía igual pero no podía soltarlo aún, primero tuvo que secarse las lagrimas que tenía a punto de deslizarse por su mejilla. Pocas veces podía dejar su orgullo de lado para mostrarse en ese estado, pero en ese preciso momento eso no era ni importante. Evidentemente, en la vida había cosas mucho más importante que esas.
Dejó un momento de silencio cuando terminó de hablar la Inuzuka, la cual sonrió como sí todo lo que hubiera dicho antes se resolvió después de encontrar un objeto. Como si todo eso no hubiera existido o como si ya no se pudiera arreglar el problema que había allí, porque para ella aún había un gran problema. Era verdad que Kagekatsu se iba a poner un poco mejor, pero no era suficiente. Se acercó a la mujer y le miró molesta.
—¡Ni misión ni mierdas! Los ryos me importan una mierda. — Exclamó con la voz totalmente rota y atragantada. —¡¿C-como puede ser que haya pasado todo esto?! Arruinaron completamente la vida a muchas personas. Ejecutaron a alguien sin hacer una investigación a fondo. Ni siquiera se miraron su propio culo para darse cuenta que dentro de la ANBU hay gente haciendo esto. — Sin pensar, golpeó con el puño cerrado una de las paredes. —¡ES UN ASCO! ESA... esa impunidad que manejan... Ayer fue Kagekatsu. Hoy puede ser una persona diferente y mañana otra ¿Qué tipo de personas están dentro de la ANBU o, incluso, a qué personas se les permite ser ninjas? ¡No puede ser que alguien le haga eso a nadie, sea por la razón que sea y salir ileso! ¡Se supone que trabajan para investigar, hacer justicia y mantener el orden! ¿De en serio esto es justicia? ¿Culpar personas rápidamente, ejecutar por ejecutar y arruinarle la vida a un hombre? ¡Me parecen tan... tan...! — Nuevamente, las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos y se le notaba nuevamente apagada luego de la alteración que llevaba. —Tan injusto.
Después de tremenda verborrea, se calló por unos instantes, buscando un poco de calma en su ser.
—Lo siento por el escándalo. — Realmente solo por eso, porque aún se encontraba con mucha impotencia sobre todo lo que le había revelado la mujer. De nuevo secó sus lagrimas con su sudadera. —¿Saben algo sobre el cómplice de Fujiwara? ¿Alguna pista?
Estaba bastante decidida en llegar al fondo de todo. De saber quien había sido el que ayudó al asesino y, si podía sacar información de este, saber que lo llevo a hacer todo eso. Quizá Fujiwara le había dicho a su cómplice el porqué de todo eso.
Un padre asesinando a su hija no era pan del día a día. Mucho menos cuando se sabe que estos casos se pueden investigar de manera tan fácil. Como mencionó la mujer, la ANBU podía simplemente ver sus recuerdos y ver que es lo que hizo. Sin embargo, el suegro de Kagekatsu parecía no aceptar que había cometido tal acto. «¿Se podrá ser tan descarado?» Estaba igual que sorprendida que su compañero, que hizo la pregunta lógica que cualquier persona le vendría a la mente.
Pero es que había algo más. No había encontrado el arma del crimen y, sin más, el hombre fue ejecutado. «Pero, ¿qué carajos? ¿Ni investigaron el porqué del actuar del tipo?» Y, por si las cosas en la vida de Kagekatsu parecían ser bastante traumáticas a ese punto, se venía la parte más fuerte.
Perpleja en su sitio se quedó cuando escuchó lo que le hicieron a la hija y al hijo de ese hombre. Era muy difícil de digerir toda esa historia ¿Qué clase de demente iría a cortarle las piernas a una persona? Todo este relato no solo demostraba que el actor de todo esto tenía un grave problema, sino que también demostraba que tenía algo personal con aquel hombre. Como si iría marcando victima por victima a dedo, intentando que cada uno de sus crímenes le duela más que el otro. Y, para el colmo de todo, el que realizó eso era, ni más ni menos, que un ANBU. Se apellidaba Fujiwara.
Cuando Karaga pidió perdón por lo horrible que sonaba todo, Jun solo asintió con la cabeza. Por mucho que intentaba, no podía disimular lo mucho que le afectó todo lo que contó. Pero no quería que se detuviese, después de todo, era ella la que en un principio quería saber que había detrás de todo eso.
Ahora sí, miró de golpe a la médica cuando mencionó el suicidio, y luego a Nao cuando habló. Cuando volvió a mirar a la mujer, sus ojos se empezaron a tornar lagrimosos. El arco de Fujiwara terminó con su muerte, causada por él mismo, pero no sin antes dejar atrás un río de sangre y de complejos trucos para dejar en la mierda a cualquier persona. No le bastó con matar a su esposa, deduciblemente, y a su suegro. También secuestró a sus hijos y dejó a ambos en muy mal estado, física y mentalmente. Finalmente, Kagekatsu terminó en la calle, tremendamente derrumbado después de la bataola de tragedias que había vivido su familia. «¿Por qué?...»
La espada que tenían en frente y que luego selló la médica, era la herramienta para que la psique de ese hombre pueda estar un poco mejor. Pero el daño ya estaba hecho, ya todo había sucedido. Era como poner una curita encima de un desmembramiento. La chica ni siquiera giró al escuchar a Nao tan impotente y alterado. Por dentro se sentía igual pero no podía soltarlo aún, primero tuvo que secarse las lagrimas que tenía a punto de deslizarse por su mejilla. Pocas veces podía dejar su orgullo de lado para mostrarse en ese estado, pero en ese preciso momento eso no era ni importante. Evidentemente, en la vida había cosas mucho más importante que esas.
Dejó un momento de silencio cuando terminó de hablar la Inuzuka, la cual sonrió como sí todo lo que hubiera dicho antes se resolvió después de encontrar un objeto. Como si todo eso no hubiera existido o como si ya no se pudiera arreglar el problema que había allí, porque para ella aún había un gran problema. Era verdad que Kagekatsu se iba a poner un poco mejor, pero no era suficiente. Se acercó a la mujer y le miró molesta.
—¡Ni misión ni mierdas! Los ryos me importan una mierda. — Exclamó con la voz totalmente rota y atragantada. —¡¿C-como puede ser que haya pasado todo esto?! Arruinaron completamente la vida a muchas personas. Ejecutaron a alguien sin hacer una investigación a fondo. Ni siquiera se miraron su propio culo para darse cuenta que dentro de la ANBU hay gente haciendo esto. — Sin pensar, golpeó con el puño cerrado una de las paredes. —¡ES UN ASCO! ESA... esa impunidad que manejan... Ayer fue Kagekatsu. Hoy puede ser una persona diferente y mañana otra ¿Qué tipo de personas están dentro de la ANBU o, incluso, a qué personas se les permite ser ninjas? ¡No puede ser que alguien le haga eso a nadie, sea por la razón que sea y salir ileso! ¡Se supone que trabajan para investigar, hacer justicia y mantener el orden! ¿De en serio esto es justicia? ¿Culpar personas rápidamente, ejecutar por ejecutar y arruinarle la vida a un hombre? ¡Me parecen tan... tan...! — Nuevamente, las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos y se le notaba nuevamente apagada luego de la alteración que llevaba. —Tan injusto.
Después de tremenda verborrea, se calló por unos instantes, buscando un poco de calma en su ser.
—Lo siento por el escándalo. — Realmente solo por eso, porque aún se encontraba con mucha impotencia sobre todo lo que le había revelado la mujer. De nuevo secó sus lagrimas con su sudadera. —¿Saben algo sobre el cómplice de Fujiwara? ¿Alguna pista?
Estaba bastante decidida en llegar al fondo de todo. De saber quien había sido el que ayudó al asesino y, si podía sacar información de este, saber que lo llevo a hacer todo eso. Quizá Fujiwara le había dicho a su cómplice el porqué de todo eso.