30/04/2022, 01:55
(Última modificación: 30/04/2022, 01:57 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
¡PAM! el primer puñetazo impactó directamente en la mandíbula de Mordiscos, que no tuvo la oportunidad de defenderse ni del primer, ni del segundo golpe que impactó directamente en su mejilla.
Todo sucedió de golpe, en un terrible accidente. La cabeza del hombre rebotó contra el suelo, partiéndose en el acto.
«¡No!». No llegó ni a decirlo. Tampoco pudo detener su puño. Fue demasiado rápido.
Daigo empezó a sentir náuseas y los oídos le empezaron a pitar, cosa que no hizo más que empeorar cuando vio la sangre correr en el suelo. Ni siquiera pudo escuchar la reacción de la Matasanos o de la Hambrienta, pues junto al pitido de sus oídos solo podía escuchar el sonido de los latidos de su propio corazón.
Se miró las manos. Esta era la primera vez en toda su vida que estaban manchadas de sangre y no era la suya. Las otras veces podía decirse a sí mismo que fue un accidente, daño colateral, un error de juicio, o cualquiera de esas estupideces que se decía a sí mismos para dormir por las noches. Esta vez era distinto, planeaba hacerle daño a ese hombre. Su intención era hacerle daño. Quizás no pensaba matarlo, pero era estúpido golpear a alguien repetidamente en la cabeza y esperar que estuviese bien al terminar.
No. Esta vez había sido él, completa e indudablemente había sido él. ¿Un mal golpe? Tonterías ¿Que no pudo controlar su fuerza? No. No quiso controlar su fuerza, que era distinto. Una y otra vez veía sus manos manchadas de sangre, como si no pudieran evitar buscarla. Quizás estaba en su naturaleza.
«Lo siento...» Se disculpó mentalmente. No podía decírselo en voz alta. Tenía que ser fuerte. Tenía que serlo.
Tenía que parecerlo.
— Sí... —Respondió Daigo, volviendo a enrollar su cadena poco a poco—. Podemos compartir.
Esperaría entonces a que la Matasanos acabase su trabajo antes de ir a sentarse con el resto si nadie lo molestaba. No pretendía comer nada, eso lo había decidido desde el principio. Tampoco quería hablar.
«Se suponía que iba a pagar por mis crímenes...» Se decía. «Se suponía que Tomizawa-san iba a ser el último...»
Todo sucedió de golpe, en un terrible accidente. La cabeza del hombre rebotó contra el suelo, partiéndose en el acto.
«¡No!». No llegó ni a decirlo. Tampoco pudo detener su puño. Fue demasiado rápido.
Daigo empezó a sentir náuseas y los oídos le empezaron a pitar, cosa que no hizo más que empeorar cuando vio la sangre correr en el suelo. Ni siquiera pudo escuchar la reacción de la Matasanos o de la Hambrienta, pues junto al pitido de sus oídos solo podía escuchar el sonido de los latidos de su propio corazón.
Se miró las manos. Esta era la primera vez en toda su vida que estaban manchadas de sangre y no era la suya. Las otras veces podía decirse a sí mismo que fue un accidente, daño colateral, un error de juicio, o cualquiera de esas estupideces que se decía a sí mismos para dormir por las noches. Esta vez era distinto, planeaba hacerle daño a ese hombre. Su intención era hacerle daño. Quizás no pensaba matarlo, pero era estúpido golpear a alguien repetidamente en la cabeza y esperar que estuviese bien al terminar.
No. Esta vez había sido él, completa e indudablemente había sido él. ¿Un mal golpe? Tonterías ¿Que no pudo controlar su fuerza? No. No quiso controlar su fuerza, que era distinto. Una y otra vez veía sus manos manchadas de sangre, como si no pudieran evitar buscarla. Quizás estaba en su naturaleza.
«Lo siento...» Se disculpó mentalmente. No podía decírselo en voz alta. Tenía que ser fuerte. Tenía que serlo.
Tenía que parecerlo.
— Sí... —Respondió Daigo, volviendo a enrollar su cadena poco a poco—. Podemos compartir.
Esperaría entonces a que la Matasanos acabase su trabajo antes de ir a sentarse con el resto si nadie lo molestaba. No pretendía comer nada, eso lo había decidido desde el principio. Tampoco quería hablar.
«Se suponía que iba a pagar por mis crímenes...» Se decía. «Se suponía que Tomizawa-san iba a ser el último...»
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¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.