30/04/2022, 22:39
Los grupos se separaron enseguida. Algunos como la Llorona habían evitado el meado gracias al Sin Piernas. Otros no habían tenido tanta suerte. El ambiente estaba caldeado. Algunos se mostraban abatidos. Otros, furiosos.
—Dormimos sobre nuestra propia mierda. Nos tenemos que comer los unos a los otros. —El Ojete de Ōnindo enmudeció. Hacía mucho tiempo que Chillidos no hilvanaba más de tres palabras seguidas, aparte de sus chillidos. Daigo, de hecho, era la primera vez que le escuchaba hablar—. ¡NOS MEAN EN LA CARA!
Dio un golpe con la base del puño a la pared, y Daigo sintió que vibró. ¿O era su imaginación? Probablemente lo era, sí. Pero podía ver que, aún en los huesos, aquel tío daba hostias como panes.
—¡¿Hasta cuándo?! ¡¡¿¿HASTA CUÁNDO??!!
—Hasta que necesiten otro soldado para su guerra y suban al más fuerte. Es decir, a ti —soltó la Hambrienta.
—El sello no funciona en mí.
—El sello funciona en todo el mun… —Pero la mirada encendida de Chillidos le hizo interrumpirse. No sería ella quien le contradijese. No señor.
—Dormimos sobre nuestra propia mierda. Nos tenemos que comer los unos a los otros. —El Ojete de Ōnindo enmudeció. Hacía mucho tiempo que Chillidos no hilvanaba más de tres palabras seguidas, aparte de sus chillidos. Daigo, de hecho, era la primera vez que le escuchaba hablar—. ¡NOS MEAN EN LA CARA!
Dio un golpe con la base del puño a la pared, y Daigo sintió que vibró. ¿O era su imaginación? Probablemente lo era, sí. Pero podía ver que, aún en los huesos, aquel tío daba hostias como panes.
—¡¿Hasta cuándo?! ¡¡¿¿HASTA CUÁNDO??!!
—Hasta que necesiten otro soldado para su guerra y suban al más fuerte. Es decir, a ti —soltó la Hambrienta.
—El sello no funciona en mí.
—El sello funciona en todo el mun… —Pero la mirada encendida de Chillidos le hizo interrumpirse. No sería ella quien le contradijese. No señor.