9/02/2016, 11:22
(Última modificación: 9/02/2016, 11:23 por Umikiba Kaido.)
Ante un acontecimiento tan bochornoso, el tiburón no pudo hacer más que regocijarse en el hecho de que nadie había presenciado lo sucedido. O eso creyó él durante el tiempo que se mantuvo flotando sobre el lago, con el rostro incrédulo asomándose como un cocodrilo cuando saca curiosamente la cabeza. Pero la realidad era otra. Porque alguien decidió arrojar una piedra, la cual terminó cayendo sobre su frente.
La roca repicó sobre el metal de su bandana ninja. El sonido le sacó en súbito de su relajación y le obligó a revolotearse, perdiendo así la armonía de su flote.
—¡Pero que coñplrrlblurblurfsd... —la injuria se ahogó con el agua que cubrió su rostro. Un par de burbujitas se abrieron paso hacia la superficie, y Kaido desapareció de nuevo en lo profundo del lago.
Esta vez no esperó tanto para salir. De hecho, fueron quizás un par de segundos lo que le tomó ir desde su última posición hasta las cercanías de la orilla. Fue rápido, demasiado para un humano común.
Se precipitó a salir, empapado, con los cabellos cubriendo gran parte de su espalda. Se limpió el rostro con ambas manos y asomó la mirada a su alrededor, intentando discernir quién o qué había tomado la tonta decisión de picarle a distancia. Allí se encontró con un rostro que se antojaba conocido, aunque no podía ubicarlo con exactitud. Y sin embargo, podría haber pensado que se trataba de un simple deja vu, pero la bandana de Amegakure sobre la frente del muchacho daba veracidad a los retazos perdidos de su memoria.
«A ti te he visto antes, capullo»
El gyojin abrió levemente los brazos como un gesto de inconformidad y arrojó una mirada austera a su interlocutor.
—Mira, voy a pensar que no lo has hecho a propósito, ¿vale? —comentó, extrañamente conciliador—. ahora mismo no estoy para darme de hostias con nadie.
El pobre estaba adolorido. Magullado bajo la ropa, así que se tiró sobre la vegetación más cercana y soltó un sonoro respingo.
»Aunque podría patearte el culo fácilmente, que lo sepas —bromeó. Aunque en el fondo lo creía posible.
La roca repicó sobre el metal de su bandana ninja. El sonido le sacó en súbito de su relajación y le obligó a revolotearse, perdiendo así la armonía de su flote.
—¡Pero que coñplrrlblurblurfsd... —la injuria se ahogó con el agua que cubrió su rostro. Un par de burbujitas se abrieron paso hacia la superficie, y Kaido desapareció de nuevo en lo profundo del lago.
Esta vez no esperó tanto para salir. De hecho, fueron quizás un par de segundos lo que le tomó ir desde su última posición hasta las cercanías de la orilla. Fue rápido, demasiado para un humano común.
Se precipitó a salir, empapado, con los cabellos cubriendo gran parte de su espalda. Se limpió el rostro con ambas manos y asomó la mirada a su alrededor, intentando discernir quién o qué había tomado la tonta decisión de picarle a distancia. Allí se encontró con un rostro que se antojaba conocido, aunque no podía ubicarlo con exactitud. Y sin embargo, podría haber pensado que se trataba de un simple deja vu, pero la bandana de Amegakure sobre la frente del muchacho daba veracidad a los retazos perdidos de su memoria.
«A ti te he visto antes, capullo»
El gyojin abrió levemente los brazos como un gesto de inconformidad y arrojó una mirada austera a su interlocutor.
—Mira, voy a pensar que no lo has hecho a propósito, ¿vale? —comentó, extrañamente conciliador—. ahora mismo no estoy para darme de hostias con nadie.
El pobre estaba adolorido. Magullado bajo la ropa, así que se tiró sobre la vegetación más cercana y soltó un sonoro respingo.
»Aunque podría patearte el culo fácilmente, que lo sepas —bromeó. Aunque en el fondo lo creía posible.