6/05/2022, 16:46
— ¿No es demasiado ostenso?
— ¡Pero que dices! ¡Vas a cenar con los Sagisō! El apellido más importante y con más sobrenombre de seguramente toda Kusagakure, y de los más importantes de Oonindo ¡Claro que tienes que ir arreglada!
— Y-Ya bueno, pero creo que te has pasado un poco con el vestido y...
— Para nada, para nada. Ha sido poco a poco, desde hace mucho tiempo llevo preparándote algo así por si ocurría cualquier cosa
— ¿Qué, mama?
— Bueno, en algún momento conocerías a alguien, y te invitarían a conocer a sus padres o algo... ¡Y tienes que estar presentable!
— S-Supongo que tienes razón...
Si hubiera sido un traje oscuro, con alguna camiseta de color o en su defecto blanca junto a una corbata y un calzado plano, hubiera sido distinto.
— Pero eso no significa que me sienta cómoda llevando algo así. Además, estos tacones son horribles para andar
Lyndis llevaba un vestido de colores dorados, oscuros y algún detalle verdoso. Este se habría a mitad del muslo por uno de los laterales, dejando a la vista una de sus piernas. La parte del torso llevaba un corsé que bajaba desde avanzado su cuello hasta la mitad de su cintura, dejando parcialmente la parte del pecho al descubierto. Bajo su vestido, se podía observar en la parte alta de su muslo unos pantalones oscuros bastante cortos. Sus cabellos plateados estaban peinados hacia su derecha y bastante caídos, también llevaba un largo pendiente en el lóbulo de su oreja con varias piezas, así como otro en la parte superior de su oreja.
Su madre, por otro lado, renegó de ir, pues en la invitación solo la mencionaban a ella y quería evitar cualquier malentendido, por lo que se ciño estrictamente a las pocas palabras de aquella carta. Tal vez no hubiera estado tan nerviosa paseando por las calles vestida así.
La chica tragó saliva, y dió un sonoro paso con sus tacones para terminar de acercarse al gigantesco porton, llamando con cuidado este con sus nudillos. Obviamente, no se iba a romper por algo así a menos que tuviera una fuerza tan inhumana que le costara controlarla, pero le daba respeto hasta un gesto tan simple.
— ¡Pero que dices! ¡Vas a cenar con los Sagisō! El apellido más importante y con más sobrenombre de seguramente toda Kusagakure, y de los más importantes de Oonindo ¡Claro que tienes que ir arreglada!
— Y-Ya bueno, pero creo que te has pasado un poco con el vestido y...
— Para nada, para nada. Ha sido poco a poco, desde hace mucho tiempo llevo preparándote algo así por si ocurría cualquier cosa
— ¿Qué, mama?
— Bueno, en algún momento conocerías a alguien, y te invitarían a conocer a sus padres o algo... ¡Y tienes que estar presentable!
— S-Supongo que tienes razón...
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Si hubiera sido un traje oscuro, con alguna camiseta de color o en su defecto blanca junto a una corbata y un calzado plano, hubiera sido distinto.
— Pero eso no significa que me sienta cómoda llevando algo así. Además, estos tacones son horribles para andar
Lyndis llevaba un vestido de colores dorados, oscuros y algún detalle verdoso. Este se habría a mitad del muslo por uno de los laterales, dejando a la vista una de sus piernas. La parte del torso llevaba un corsé que bajaba desde avanzado su cuello hasta la mitad de su cintura, dejando parcialmente la parte del pecho al descubierto. Bajo su vestido, se podía observar en la parte alta de su muslo unos pantalones oscuros bastante cortos. Sus cabellos plateados estaban peinados hacia su derecha y bastante caídos, también llevaba un largo pendiente en el lóbulo de su oreja con varias piezas, así como otro en la parte superior de su oreja.
Su madre, por otro lado, renegó de ir, pues en la invitación solo la mencionaban a ella y quería evitar cualquier malentendido, por lo que se ciño estrictamente a las pocas palabras de aquella carta. Tal vez no hubiera estado tan nerviosa paseando por las calles vestida así.
La chica tragó saliva, y dió un sonoro paso con sus tacones para terminar de acercarse al gigantesco porton, llamando con cuidado este con sus nudillos. Obviamente, no se iba a romper por algo así a menos que tuviera una fuerza tan inhumana que le costara controlarla, pero le daba respeto hasta un gesto tan simple.
¡Gracias a Ranko por el avatar!