9/02/2016, 23:27
Lejos de intervenir en la discusión generada entre Noemi y Karamaru, por al parecer haber dejado atrás a la kunoichi, el posadero se mantuvo en un discreto segundo plano. No era un hombre de discusiones.
—¿Es el jefe o algo así? —preguntó la kunoichi tras las palabras del hombre.
—Bueno… —Su papada temblaba bajo la barba con cada palabra que decía—. No exactamente. Es el sacerdote del pueblo. Es un hombre que, al contrario que nosotros, los aldeanos, ha visto mundo… Y es un buen hombre, ya lo creo que sí —aseguró con firmeza—. Por eso solemos seguir su consejo.
Entonces intervino el shinobi:
—Es irrelevante si es el jefe o no lo es, sabemos que puede dar órdenes al resto de personas y eso es información suficiente —A Yoshi le pareció que aquellos dos no se llevaban muy bien—. Sugiero que nos quedemos a la distancia, mientras menos personas se enteren de nuestro trabajo será mejor supongo. No queremos que el asesino sepa que lo estamos buscando, si no lo sabe ya. ¿Verdad Yoshi?
El posadero entreabrió la boca, sin estar muy seguro de la respuesta.
—Esto… sí. Quiero decir… Supongo que sí, vaya —hecho un lío, optó por darle la razón, mientras se rascaba la barbilla. ¿Qué iba a saber él sobre lo que era mejor o no en una situación como aquella? Se suponía que los expertos eran ellos, después de todo.
Al mismo tiempo, haciendo caso a las palabras del sacerdote, la pequeña multitud fue disgregándose. Algunos saludaron con la cabeza a Yoshi. Otros, se quedaron mirando con desconfianza a la pareja de ninjas que le acompañaba. Sin embargo, todos y cada uno de ellos retornaron, entre murmullos y susurros, a sus respectivos hogares. Todos menos el anciano.
—Así que también te has enterado —dijo, mirando a Yoshi—. Es cosa fea, Yoshi. Cosa fea.
—Aiko vino directa a la posada —explicó el posadero—. ¿Tan grave es, Hiromi-sama?
Hiromi asintió, suspirando.
—¿Y quiénes son esos dos jóvenes que te acompañan, Yoshi? —preguntó, mirando alternativamente a uno y a otro.
—Oh, sí… Ellos son… son… —arrugó el entrecejo, como si estuviese haciendo un esfuerzo por pensar—. Noemi y Kamaru —soltó finalmente, feliz por creer que había recordado correctamente los nombres—. Han venido a ayudar.
—Pues no veo cómo pueden hacerlo —replicó, mirando de forma severa a ambos ninjas.
Lo han dicho. Estoy seguro de que lo han dicho. Están hablando de un asesinato. La cabeza de Datsue era un enjambre de pensamientos cruzados. ¿Debería presentarse como shinobi? ¿Debería ayudar? Estaba entrenado para eso. Le habían preparado para aquello, y sin embargo… ¿Qué beneficio podría sacar de todo esto? Sólo en el caso de encontrar al asesino podría cobrar, si es que cobro… Porque a no ser que pongan una recompensa por el asesino, si resuelvo el crimen de buenas a primeras quizá nadie quiera pagarme. Debería tantear el terreno primero, ver cuánto podría sacar, y entonces decidir. Además, dudo que haya más shinobis en kilómetros a la redonda. Siendo su único recurso, podría pedir un buen fajo de billetes.
—¿Crees que la chica podrá encontrar al que lo hizo? —preguntó la de los ojos rojizos. Datsue volvió a afinar los oídos, atento—. No parecía muy mayor.
La acompañante puso los ojos en blanco, como si desconociese la respuesta.
—Esperemos que sí. Es una kunoichi, ¿no?
De pronto, se oyó un golpetazo, como el de un objeto pesado al caer. Las mujeres levantaron la vista, asustadas, viendo que el causante de su turbación no había sido otro que Datsue, que acababa de golpear la mesa con la mano, con un semblante bastante crispado.
—¿Es el jefe o algo así? —preguntó la kunoichi tras las palabras del hombre.
—Bueno… —Su papada temblaba bajo la barba con cada palabra que decía—. No exactamente. Es el sacerdote del pueblo. Es un hombre que, al contrario que nosotros, los aldeanos, ha visto mundo… Y es un buen hombre, ya lo creo que sí —aseguró con firmeza—. Por eso solemos seguir su consejo.
Entonces intervino el shinobi:
—Es irrelevante si es el jefe o no lo es, sabemos que puede dar órdenes al resto de personas y eso es información suficiente —A Yoshi le pareció que aquellos dos no se llevaban muy bien—. Sugiero que nos quedemos a la distancia, mientras menos personas se enteren de nuestro trabajo será mejor supongo. No queremos que el asesino sepa que lo estamos buscando, si no lo sabe ya. ¿Verdad Yoshi?
El posadero entreabrió la boca, sin estar muy seguro de la respuesta.
—Esto… sí. Quiero decir… Supongo que sí, vaya —hecho un lío, optó por darle la razón, mientras se rascaba la barbilla. ¿Qué iba a saber él sobre lo que era mejor o no en una situación como aquella? Se suponía que los expertos eran ellos, después de todo.
Al mismo tiempo, haciendo caso a las palabras del sacerdote, la pequeña multitud fue disgregándose. Algunos saludaron con la cabeza a Yoshi. Otros, se quedaron mirando con desconfianza a la pareja de ninjas que le acompañaba. Sin embargo, todos y cada uno de ellos retornaron, entre murmullos y susurros, a sus respectivos hogares. Todos menos el anciano.
—Así que también te has enterado —dijo, mirando a Yoshi—. Es cosa fea, Yoshi. Cosa fea.
—Aiko vino directa a la posada —explicó el posadero—. ¿Tan grave es, Hiromi-sama?
Hiromi asintió, suspirando.
—¿Y quiénes son esos dos jóvenes que te acompañan, Yoshi? —preguntó, mirando alternativamente a uno y a otro.
—Oh, sí… Ellos son… son… —arrugó el entrecejo, como si estuviese haciendo un esfuerzo por pensar—. Noemi y Kamaru —soltó finalmente, feliz por creer que había recordado correctamente los nombres—. Han venido a ayudar.
—Pues no veo cómo pueden hacerlo —replicó, mirando de forma severa a ambos ninjas.
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Lo han dicho. Estoy seguro de que lo han dicho. Están hablando de un asesinato. La cabeza de Datsue era un enjambre de pensamientos cruzados. ¿Debería presentarse como shinobi? ¿Debería ayudar? Estaba entrenado para eso. Le habían preparado para aquello, y sin embargo… ¿Qué beneficio podría sacar de todo esto? Sólo en el caso de encontrar al asesino podría cobrar, si es que cobro… Porque a no ser que pongan una recompensa por el asesino, si resuelvo el crimen de buenas a primeras quizá nadie quiera pagarme. Debería tantear el terreno primero, ver cuánto podría sacar, y entonces decidir. Además, dudo que haya más shinobis en kilómetros a la redonda. Siendo su único recurso, podría pedir un buen fajo de billetes.
—¿Crees que la chica podrá encontrar al que lo hizo? —preguntó la de los ojos rojizos. Datsue volvió a afinar los oídos, atento—. No parecía muy mayor.
La acompañante puso los ojos en blanco, como si desconociese la respuesta.
—Esperemos que sí. Es una kunoichi, ¿no?
De pronto, se oyó un golpetazo, como el de un objeto pesado al caer. Las mujeres levantaron la vista, asustadas, viendo que el causante de su turbación no había sido otro que Datsue, que acababa de golpear la mesa con la mano, con un semblante bastante crispado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado