9/05/2022, 13:27
Si alguien le preguntaba, no sabía exactamente como responder exactamente, pero Komachi desprendía un aire de fortaleza y superioridad, así como de dominancia absoluta. Puede que fuera la madre de Ranko, y le procesaba todo el respeto posible y más, pero no podía dejarse intimidar por ella. Tenía que demostrar que era una persona digna de confianza y decidida.
Tras una seña, se descalzó y antes de poder si quiera reaccionar, una sirvienta se ocupó de su calzado. Para cuando devolvió la mirada al frente, Komachi ya se había adelantado varios pasos, por lo que tuvo que recortar la distancia andando ligeramente sin llegar a correr.
— Nací bastante al este, cerca del Valle de Uraikyö. Por eso mi apellido es tan raro, supongo
Finalmente, llegaron a una sala, y le ofreció tomar asiento. Lyndis asintió, y tras que le colocaran un cojín donde se iba a sentar, tomo asiento.
Ahora era cuando comenzaba realmente aquella prueba de fuego, aunque seguramente ya lo estaba siendo desde antes de cruzar siquiera las puertas. Se sentó casí de golpe, cruzando las piernas a la altura de los tobillos de forma ruda y posando las manos en las rodillas. Era una pose ruda, pero era capaz de transmitir algo de seriedad, solo que era más propio de un mafioso que de un agente del orden.
— G-Gracias — respiró con profundidad, buscando serenidad —. He tenido el gusto de coincidir con ambas de hecho en misiones y entrenar con ellas.
Tras una seña, se descalzó y antes de poder si quiera reaccionar, una sirvienta se ocupó de su calzado. Para cuando devolvió la mirada al frente, Komachi ya se había adelantado varios pasos, por lo que tuvo que recortar la distancia andando ligeramente sin llegar a correr.
— Nací bastante al este, cerca del Valle de Uraikyö. Por eso mi apellido es tan raro, supongo
Finalmente, llegaron a una sala, y le ofreció tomar asiento. Lyndis asintió, y tras que le colocaran un cojín donde se iba a sentar, tomo asiento.
Ahora era cuando comenzaba realmente aquella prueba de fuego, aunque seguramente ya lo estaba siendo desde antes de cruzar siquiera las puertas. Se sentó casí de golpe, cruzando las piernas a la altura de los tobillos de forma ruda y posando las manos en las rodillas. Era una pose ruda, pero era capaz de transmitir algo de seriedad, solo que era más propio de un mafioso que de un agente del orden.
— G-Gracias — respiró con profundidad, buscando serenidad —. He tenido el gusto de coincidir con ambas de hecho en misiones y entrenar con ellas.
¡Gracias a Ranko por el avatar!