10/05/2022, 12:34
Todo sucedió en una milésima de segundo, tan rápido que el joven kusajin tardó varios segundos en darse cuenta mientras su rápida carrera se convertía en un trote, antes de acabar transformándose en un lento caminar. No podía creerse lo que estaba sucediendo. Tenía que ser otra pesadilla como las que tenía cada noche ¿verdad? No podía ser cierto. No entonces, cuando todo parecía estar yendo tan bien.
Se detuvo, dejando caer la mano con la que sostenía su katana mientras se llevaba la otra mano a la cabeza. No se había dado cuenta cuando, pero las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y su cuerpo se había quedado completamente paralizado, temblando mientras sus peores pesadillas se iban sobreponiendo a la realidad. Allá donde veía solo había sangre, muertos y moribundos, todos ellos a primera vista tenían el rostro de sus padres, que habían muerto de la misma manera un año atrás y cada noche desde entonces.
Agitó la cabeza, volviendo a la realidad.
— No... —No se había dado cuenta, pero ya había empezado a recular.
Y es que, por mucho que a él le guste soñar y pretender que lo era, Kurogane Toshio no era ningún héroe. Era un puto cobarde que llevaba toda su vida escapando desde la primera vez que se había enfrentado a un muro de verdad. Los héroes de verdad se crecen ante los desafíos, pero él solo era un tío más y del otro lado tenían a un puto dios. ¡Él no podía enfrentarse a eso! Tenía que huir, tenía que volver a casa y avisar de lo que se les venía.
Un hombretón alto, fuerte e imponente cayó a su lado, hundiéndose parcialmente en el agua, moribundo, pero vivo, aunque había perdido un brazo igual que...
— ¿Yuki? —Volvió a agitar la cabeza. Se había confundido—. No. ¿Shiten? ¡Shiten! ¡Estás vivo!
Se agachó para intentar ayudarlo a salir de allí, con cuidado.
— ¡Un médico! —Gritaba—. ¡Shiten está vivo! ¡Todavía podemos salvarlo!
Mientras esperaba a que llegase (o no) la ayuda, Toshio miró a Shiten.
— No... no lo sé. —Le dijo—. Quizás fue un grupo de Gebijū, o quizás hay un general de Kurama... desde aquí no he podido ver nada, pero no importa. ¡Tenemos que retirarnos y evacuar al resto! ¡No sabemos cuándo pueden volver a disparar otra de esas!
Se detuvo, dejando caer la mano con la que sostenía su katana mientras se llevaba la otra mano a la cabeza. No se había dado cuenta cuando, pero las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y su cuerpo se había quedado completamente paralizado, temblando mientras sus peores pesadillas se iban sobreponiendo a la realidad. Allá donde veía solo había sangre, muertos y moribundos, todos ellos a primera vista tenían el rostro de sus padres, que habían muerto de la misma manera un año atrás y cada noche desde entonces.
Agitó la cabeza, volviendo a la realidad.
— No... —No se había dado cuenta, pero ya había empezado a recular.
Y es que, por mucho que a él le guste soñar y pretender que lo era, Kurogane Toshio no era ningún héroe. Era un puto cobarde que llevaba toda su vida escapando desde la primera vez que se había enfrentado a un muro de verdad. Los héroes de verdad se crecen ante los desafíos, pero él solo era un tío más y del otro lado tenían a un puto dios. ¡Él no podía enfrentarse a eso! Tenía que huir, tenía que volver a casa y avisar de lo que se les venía.
Un hombretón alto, fuerte e imponente cayó a su lado, hundiéndose parcialmente en el agua, moribundo, pero vivo, aunque había perdido un brazo igual que...
— ¿Yuki? —Volvió a agitar la cabeza. Se había confundido—. No. ¿Shiten? ¡Shiten! ¡Estás vivo!
Se agachó para intentar ayudarlo a salir de allí, con cuidado.
— ¡Un médico! —Gritaba—. ¡Shiten está vivo! ¡Todavía podemos salvarlo!
Mientras esperaba a que llegase (o no) la ayuda, Toshio miró a Shiten.
— No... no lo sé. —Le dijo—. Quizás fue un grupo de Gebijū, o quizás hay un general de Kurama... desde aquí no he podido ver nada, pero no importa. ¡Tenemos que retirarnos y evacuar al resto! ¡No sabemos cuándo pueden volver a disparar otra de esas!