11/05/2022, 09:14
Ni siquiera fue un parpadeo. Sucedió en menos tiempo. Un solo momento bastó para terminar con la vida de una cantidad absurda de personas. Un solo momento para destruir la psique a una gran parte de los sobrevivientes, incluyendo la de Jun.
Recién estaba agarrando confianza para lanzarse hacia adelante, siguiendo a Rai, Toshio y su equipo. Había vencido, por lo menos en ese instante, ese miedo que tan nerviosa la tenía. Pero fue solo eso, un instante.
Cayó arrodillada al suelo y un frío en el cuerpo la dejó temblando. Un paneo con la vista de la situación fue suficiente para que las lágrimas comiencen a brotar. Sangre, mucha sangre. Muchos muertos. Ese olor tan… no pudo. Vomitó a un costado al momento... mucho vómito. No podía creer que eso estuviera pasando. Ni en sus suposiciones más fatídicas pensó que podía pasar eso. No de esa forma.
Luego se dio cuenta que a su otro costado estaba tirado una persona. Yuki Yuko. Había caído al lado de ella luego del incidente. Literalmente le veía el hueso entre la carne. Por poco pudo contener el vómito, pero no el llanto. Eran sollozos ya al ver tanto sufrimiento, y más viniendo de una cara conocida.
—No no no no no no no... ¡Por favor no! — El mismísimo General de la división, Yuki Yuko. Un chunin de alta estima en Amegakure. Sin ir más lejos, un amejin, llorando y diciendo que tenía miedo ¿Qué le quedaba a ella, entonces? Era muy fuerte ver a una persona de semejante rango y jerarquía en ese estado. Tan vulnerable. «Al final, parece que todos tenemos miedo por lo menos a algo. Incluso hasta los que lo niegan o se muestran tan valientes. Es imposible escapar de eso.»
No pidió ayuda, sabía que estaba recitando sus últimas palabras. Ni siquiera pudo terminar lo que quiso decirle a la Nara, pero ella creyó haber entendido completamente todo.
—No, tranquilo, no. — Le dijo al cadáver ya sin vida de su compatriota, mientras intentaba secarse esas interminables lagrimas. —No le diré.
Intentaba asimilar la situación para poder pensar qué hacer. Pero no había forma de retomar luego de todo eso. El leve temblor en su cuerpo no se iba aún. Estaba realmente cagada con lo que había pasado ahí con tan solo UN ataque del enemigo. Quién sabría cuando iba a atacar de nuevo ¿Sería con la misma intensidad? Si era así, no tenían chance de hacer absolutamente nada.
Se levantó y miró de nuevo la escena en la que estaba. Realmente todo eso seguía y, por mucho que lo desease, eso iba a continuar. No parecía haber nada realmente claro, toda la alianza parecía haber enloquecido al presenciar tal acto. Totalmente entendible, pero no era para nada el momento de quedarse inactivos y quietos.
—¡Toshio! — Corrió hacia allí cuando lo escuchó pedir ayuda. Algo se alivió al verlo bien, aunque con Shiten en el agua. Ella no sabía muy bien si había o no recibido tan de lleno el impacto, pero si era así, le sorprendía que ese viejo siguiera con vida. Era una gran proeza salir vivo de esa masacre.
El pelirrojo parecía estar tan asustado o alterado como ella, proponiendo que debían evacuar ya mismo del lugar. Dentro suyo, la amejin quería hacer lo mismo. Quería huir a toda costa de allí, llegar a su casa y encerrarse en su habitación durante diez años. Pero otra parte dentro suya la hacía dudar. Quizá sentirse culpable si abandonaba después de que tanta gente muera, quizá la confesión del chunin antes de morir o quizás una mezcla de muchas cosas. No sabía bien el qué, pero la idea de huir le chocaba un poco. Alguna parte de ella, quizá la menos lógica, no quería escapar. Un sentimiento muy fuerte la anclaba ahí.
Fuera quedarse peleando o retirarse, algo debían hacer y lo debían hacer YA.
Dio media vuelta, aún temblorosa. Tomó aire, juntó ambas manos y las puso frente a su boca, apuntando hacia los sobrevivientes.
—¡¡HAGAMOS LO QUE HAGAMOS, POR FAVOR MOVÁMONOS YA!! ¡¡NO NOS QUEDEMOS QUIETOS, QUE TODAVÍA ESTAMOS VIVOS HIJOS DE PUTA!! TENEMOS QUE HACERLES COMER MIERDA A ESTOS IMBÉCILES.
Alejó un segundo su Megáfono para tomar aire.
—POR FAVOR, SI TIENEN HERIDOS CERCA, INTENTEN AYUDARLOS. NECESITAMOS RECOMPONERNOS Y NO CEDER.
Finalmente alejó sus manos y quedó esperando la reacción. No sabía muy bien si estaba bien lo que había hecho y tampoco quería dar órdenes en el sentido más estratégico de la batalla. Pero si sentía que necesitaban reaccionar y ella pensaba que haciendo eso la gente por lo menos reaccionaría un poco.
Recién estaba agarrando confianza para lanzarse hacia adelante, siguiendo a Rai, Toshio y su equipo. Había vencido, por lo menos en ese instante, ese miedo que tan nerviosa la tenía. Pero fue solo eso, un instante.
Cayó arrodillada al suelo y un frío en el cuerpo la dejó temblando. Un paneo con la vista de la situación fue suficiente para que las lágrimas comiencen a brotar. Sangre, mucha sangre. Muchos muertos. Ese olor tan… no pudo. Vomitó a un costado al momento... mucho vómito. No podía creer que eso estuviera pasando. Ni en sus suposiciones más fatídicas pensó que podía pasar eso. No de esa forma.
Luego se dio cuenta que a su otro costado estaba tirado una persona. Yuki Yuko. Había caído al lado de ella luego del incidente. Literalmente le veía el hueso entre la carne. Por poco pudo contener el vómito, pero no el llanto. Eran sollozos ya al ver tanto sufrimiento, y más viniendo de una cara conocida.
—No no no no no no no... ¡Por favor no! — El mismísimo General de la división, Yuki Yuko. Un chunin de alta estima en Amegakure. Sin ir más lejos, un amejin, llorando y diciendo que tenía miedo ¿Qué le quedaba a ella, entonces? Era muy fuerte ver a una persona de semejante rango y jerarquía en ese estado. Tan vulnerable. «Al final, parece que todos tenemos miedo por lo menos a algo. Incluso hasta los que lo niegan o se muestran tan valientes. Es imposible escapar de eso.»
No pidió ayuda, sabía que estaba recitando sus últimas palabras. Ni siquiera pudo terminar lo que quiso decirle a la Nara, pero ella creyó haber entendido completamente todo.
—No, tranquilo, no. — Le dijo al cadáver ya sin vida de su compatriota, mientras intentaba secarse esas interminables lagrimas. —No le diré.
Intentaba asimilar la situación para poder pensar qué hacer. Pero no había forma de retomar luego de todo eso. El leve temblor en su cuerpo no se iba aún. Estaba realmente cagada con lo que había pasado ahí con tan solo UN ataque del enemigo. Quién sabría cuando iba a atacar de nuevo ¿Sería con la misma intensidad? Si era así, no tenían chance de hacer absolutamente nada.
Se levantó y miró de nuevo la escena en la que estaba. Realmente todo eso seguía y, por mucho que lo desease, eso iba a continuar. No parecía haber nada realmente claro, toda la alianza parecía haber enloquecido al presenciar tal acto. Totalmente entendible, pero no era para nada el momento de quedarse inactivos y quietos.
—¡Toshio! — Corrió hacia allí cuando lo escuchó pedir ayuda. Algo se alivió al verlo bien, aunque con Shiten en el agua. Ella no sabía muy bien si había o no recibido tan de lleno el impacto, pero si era así, le sorprendía que ese viejo siguiera con vida. Era una gran proeza salir vivo de esa masacre.
El pelirrojo parecía estar tan asustado o alterado como ella, proponiendo que debían evacuar ya mismo del lugar. Dentro suyo, la amejin quería hacer lo mismo. Quería huir a toda costa de allí, llegar a su casa y encerrarse en su habitación durante diez años. Pero otra parte dentro suya la hacía dudar. Quizá sentirse culpable si abandonaba después de que tanta gente muera, quizá la confesión del chunin antes de morir o quizás una mezcla de muchas cosas. No sabía bien el qué, pero la idea de huir le chocaba un poco. Alguna parte de ella, quizá la menos lógica, no quería escapar. Un sentimiento muy fuerte la anclaba ahí.
Fuera quedarse peleando o retirarse, algo debían hacer y lo debían hacer YA.
Dio media vuelta, aún temblorosa. Tomó aire, juntó ambas manos y las puso frente a su boca, apuntando hacia los sobrevivientes.
—¡¡HAGAMOS LO QUE HAGAMOS, POR FAVOR MOVÁMONOS YA!! ¡¡NO NOS QUEDEMOS QUIETOS, QUE TODAVÍA ESTAMOS VIVOS HIJOS DE PUTA!! TENEMOS QUE HACERLES COMER MIERDA A ESTOS IMBÉCILES.
Alejó un segundo su Megáfono para tomar aire.
—POR FAVOR, SI TIENEN HERIDOS CERCA, INTENTEN AYUDARLOS. NECESITAMOS RECOMPONERNOS Y NO CEDER.
Finalmente alejó sus manos y quedó esperando la reacción. No sabía muy bien si estaba bien lo que había hecho y tampoco quería dar órdenes en el sentido más estratégico de la batalla. Pero si sentía que necesitaban reaccionar y ella pensaba que haciendo eso la gente por lo menos reaccionaría un poco.