15/05/2022, 11:36
Jun, ni corta ni perezosa, decidió meter la cabeza por la ventana.
Lo primero que notó fue el olor a cerrado que desprendía el lugar. El olor de los libros de contabilidad que se almacenaban ahí y el polvo invadía toda la estancia. No parecía que fuese un sitio de uso continuado.
Cómo había visto antes de asomar la cabeza, había un pequeño escritorio y estanterias repletas de libros que parecían ser de contabilidad. Con la poca luz que tenía pudo discernir que cada uno de esos libros tenía escrito en el lomo un mes y un año. Aparte de eso, en el escritorio había todo tipo de cachivaches de oficina. Bolis, clips, una grapadora...
Lo primero que notó fue el olor a cerrado que desprendía el lugar. El olor de los libros de contabilidad que se almacenaban ahí y el polvo invadía toda la estancia. No parecía que fuese un sitio de uso continuado.
Cómo había visto antes de asomar la cabeza, había un pequeño escritorio y estanterias repletas de libros que parecían ser de contabilidad. Con la poca luz que tenía pudo discernir que cada uno de esos libros tenía escrito en el lomo un mes y un año. Aparte de eso, en el escritorio había todo tipo de cachivaches de oficina. Bolis, clips, una grapadora...