16/05/2022, 10:00
Lyndis tragó saliva ante las palabras de Komachi. Sentía que constantemente estaba siendo puesta a prueba una y otra vez, tan solo con ser mirada y aunque quisiera no estar tan formal a la hora de actuar, debía mantener la compostura, pues tenían dinero e influencias, seguramente más que de sobra para enterrar a quien quisieran. La madre de Ranko mostraba en todo momento un aura de entereza y decisión, algo que contrastaba con su tímida hija.
— Si, bastante problema me ha sido llegar hasta aquí con esos tacones. Tengo los talones un poco machacados — respondió acariciándose uno de estos.
Poco después, una de las puertas de la estancia se deslizaría a un lado y ambas llevarían la mirada en un acto reflejo hasta esta. Se trataba de Ranko, quien llevaba un distinguido kimono largo y oscuro, con flores coloridas repartidas por este que contrastaban de excelente forma con el negro. Gran parte de sus cabellos estaban recogidos en la parte superior junto a un juego de agujas que lo sostenía en el sitio.
— G-Guau, estás preciosa conejita — añadió, dejando escapar inconscientemente la última palabra y carraspeando con una mano tapando su boca al darse cuenta del posible error que había cometido.
— Si, bastante problema me ha sido llegar hasta aquí con esos tacones. Tengo los talones un poco machacados — respondió acariciándose uno de estos.
Poco después, una de las puertas de la estancia se deslizaría a un lado y ambas llevarían la mirada en un acto reflejo hasta esta. Se trataba de Ranko, quien llevaba un distinguido kimono largo y oscuro, con flores coloridas repartidas por este que contrastaban de excelente forma con el negro. Gran parte de sus cabellos estaban recogidos en la parte superior junto a un juego de agujas que lo sostenía en el sitio.
— G-Guau, estás preciosa conejita — añadió, dejando escapar inconscientemente la última palabra y carraspeando con una mano tapando su boca al darse cuenta del posible error que había cometido.
¡Gracias a Ranko por el avatar!