16/05/2022, 19:47
Kinumi siguió a Toshio en tanto o más silencio que con el que él lideraba la marcha. A diferencia del pelirrojo, no estuvo atenta a nada, iba con la mirada gacha y sin demasiados animos. Todo el enfado con lo de su padre se había desvanecido por completo. Apenas había asimilado el perder a su madre y ahora su padre desaparecía.
Antes de que pudiese reaccionar a la vida, ya estaba de nuevo en casa de Toshio y en la misma cama de la que había salido. ¿Y para qué? Para volver a quedarse hecha unos zorros.
— Te ayudo a buscar a tu padre en cuanto te recuperes, pero recupérate ¿eh?
Asintió quedamente, sin llegar a mirarle. No había soltado el libro en ningún momento, ni siquiera durante las curas de Tamao. Cómo si en él estuviese su alma. Toshio recogió lo que quedaba de la carta y no le pudo importar menos a la Uchiha.
Sin embargo, las siguientes palabras del muchacho la devolvieron a la vida.
— Por cierto ¿qué hay con ese libro? Me alegro de que lo hayas conseguido recuperar. Parece muy importante para ti.
— Eh... Es... Es un album. Bueno, era el regalo de cumpleaños que estaba preparando para mi madre. De hecho, era algo más para la familia. Es algo vergonzoso. Había ido recogiendo fotos y dibujos por la casa. No sé si te lo he dicho, pero antes dibujaba mucho. Sobre todo cuando era pequeña. Desperté el sharingan pronto y podía hacer dibujos realmente precisos.
Finalmente, abrió el libro para enseñarle a Toshio.
— Y cuando me aburría en casa cogía fotos y las dibujaba, siempre añadiendo algo. Incluso me dibujaba a mí de mayor. — en vez de abrir el libro por el principio, lo abrió por el final, donde la primera foto era una que se veía reciente. Muy reciente. — Normalmente nos tomamos una foto anual, ésta es la de este año.
Empezó a pasar las paginas y cada vez iba parando en una u otra para explicarla y en cada pagina había una imagen familiar.
— Mira, así me imaginaba de mayor. — señaló un dibujo de una chica de pelo rosa, largo hasta las rodillas recogido en una sola coleta, y toda su constitución era como dos veces la de una kunoichi fuerte, había más músculos que chica en ese dibujo. — Quería ser la más fuerte del lugar, y me lo tomé algo literal.
Cuando llegó a las primeras paginas lo cerró de golpe, sin dar más explicación.
— La cuestión es que era un secreto. Nadie más que yo sabía que existía este libro. Si no hubiese entrado, se hubiese quemado.
Antes de que pudiese reaccionar a la vida, ya estaba de nuevo en casa de Toshio y en la misma cama de la que había salido. ¿Y para qué? Para volver a quedarse hecha unos zorros.
— Te ayudo a buscar a tu padre en cuanto te recuperes, pero recupérate ¿eh?
Asintió quedamente, sin llegar a mirarle. No había soltado el libro en ningún momento, ni siquiera durante las curas de Tamao. Cómo si en él estuviese su alma. Toshio recogió lo que quedaba de la carta y no le pudo importar menos a la Uchiha.
Sin embargo, las siguientes palabras del muchacho la devolvieron a la vida.
— Por cierto ¿qué hay con ese libro? Me alegro de que lo hayas conseguido recuperar. Parece muy importante para ti.
— Eh... Es... Es un album. Bueno, era el regalo de cumpleaños que estaba preparando para mi madre. De hecho, era algo más para la familia. Es algo vergonzoso. Había ido recogiendo fotos y dibujos por la casa. No sé si te lo he dicho, pero antes dibujaba mucho. Sobre todo cuando era pequeña. Desperté el sharingan pronto y podía hacer dibujos realmente precisos.
Finalmente, abrió el libro para enseñarle a Toshio.
— Y cuando me aburría en casa cogía fotos y las dibujaba, siempre añadiendo algo. Incluso me dibujaba a mí de mayor. — en vez de abrir el libro por el principio, lo abrió por el final, donde la primera foto era una que se veía reciente. Muy reciente. — Normalmente nos tomamos una foto anual, ésta es la de este año.
Empezó a pasar las paginas y cada vez iba parando en una u otra para explicarla y en cada pagina había una imagen familiar.
— Mira, así me imaginaba de mayor. — señaló un dibujo de una chica de pelo rosa, largo hasta las rodillas recogido en una sola coleta, y toda su constitución era como dos veces la de una kunoichi fuerte, había más músculos que chica en ese dibujo. — Quería ser la más fuerte del lugar, y me lo tomé algo literal.
Cuando llegó a las primeras paginas lo cerró de golpe, sin dar más explicación.
— La cuestión es que era un secreto. Nadie más que yo sabía que existía este libro. Si no hubiese entrado, se hubiese quemado.