17/05/2022, 21:55
—¿Disculpa?
Se hizo un silencio sepulcral después de hablar Komachi. Sus ojos, entrecerrados, parecían querer derretir a Lyndis por medio de invisibles rayos. Ranko enrojeció mucho más, casi al límite de la consciencia.
—Mil disculpas, Komachi-sama. La cena está... —dijo otra sirvienta, asomándose por una puerta, mas se interrumpió al sentir el silencio abrumador que dominaba la estancia.
—¡Oh! ¡Maravilloso! ¡Ma-ra-vi-lloso! —exclamó con suma naturalidad —. Andando, Ran-chan, Lyn-chan. ¡Espero que comas tanto como Ran-chan!
Soltó una carcajada y el ambiente se relajó un poco. Ranko rió nerviosamente y caminó por el pasillo por el cual se había asomado ls sirvienta, mientras que Komachi le hacía un gesto con la cabeza a Lyndis para que avanzara delante de ella. Sin embargo, antes de que la peliplateada pudiera dar un paso, y apenas Ranko se hubo volteado, Komachi colocó su mano en el hombro de Lyndis y le susurró.
—No vuelvas a llamarle así a mi hija en mi presencia. —su voz, así como su presencia, era absoluta.
Su mano se relajó, volvió a sonreír y le dejó ir.
Al cruzar el pasillo, Lyndis se encontraría con un comedor gigantesco y una mesa enorme llena de distintos platillos: faisán a las hierbas, chuletas de cordero, ensaladas de distintos tipos, patatas en varias presentaciones. ¡Un verdadero festín!
De un lado de la mesa había dos chicas pelirrojas sentadas: Meme, y una un poco más baja, de cabellos con el tono exacto de Komachi. Si Lyndis se fijaba en ella, la chica le devolvería la mirada, casi desafiante, y la peliplateada encontraría facciones casi idénticas a Ranko. Ambas iban ataviadas con preciosos kimonos, morado para Meme y verde para la hermana.
Ranko se sentó entre sus dos hermanas, mientras que una sirvienta le indicaba a Lyndis que se sentara frente a Ranko, al lado de una silla vacía cerca de la cabeza, la cual estaba vacía también. Komachi no se adelantaría, sino que esperaría a que Lyndis hubiese pasado y tomado asiento.
Se hizo un silencio sepulcral después de hablar Komachi. Sus ojos, entrecerrados, parecían querer derretir a Lyndis por medio de invisibles rayos. Ranko enrojeció mucho más, casi al límite de la consciencia.
—Mil disculpas, Komachi-sama. La cena está... —dijo otra sirvienta, asomándose por una puerta, mas se interrumpió al sentir el silencio abrumador que dominaba la estancia.
—¡Oh! ¡Maravilloso! ¡Ma-ra-vi-lloso! —exclamó con suma naturalidad —. Andando, Ran-chan, Lyn-chan. ¡Espero que comas tanto como Ran-chan!
Soltó una carcajada y el ambiente se relajó un poco. Ranko rió nerviosamente y caminó por el pasillo por el cual se había asomado ls sirvienta, mientras que Komachi le hacía un gesto con la cabeza a Lyndis para que avanzara delante de ella. Sin embargo, antes de que la peliplateada pudiera dar un paso, y apenas Ranko se hubo volteado, Komachi colocó su mano en el hombro de Lyndis y le susurró.
—No vuelvas a llamarle así a mi hija en mi presencia. —su voz, así como su presencia, era absoluta.
Su mano se relajó, volvió a sonreír y le dejó ir.
Al cruzar el pasillo, Lyndis se encontraría con un comedor gigantesco y una mesa enorme llena de distintos platillos: faisán a las hierbas, chuletas de cordero, ensaladas de distintos tipos, patatas en varias presentaciones. ¡Un verdadero festín!
De un lado de la mesa había dos chicas pelirrojas sentadas: Meme, y una un poco más baja, de cabellos con el tono exacto de Komachi. Si Lyndis se fijaba en ella, la chica le devolvería la mirada, casi desafiante, y la peliplateada encontraría facciones casi idénticas a Ranko. Ambas iban ataviadas con preciosos kimonos, morado para Meme y verde para la hermana.
Ranko se sentó entre sus dos hermanas, mientras que una sirvienta le indicaba a Lyndis que se sentara frente a Ranko, al lado de una silla vacía cerca de la cabeza, la cual estaba vacía también. Komachi no se adelantaría, sino que esperaría a que Lyndis hubiese pasado y tomado asiento.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)