10/02/2016, 19:48
(Última modificación: 10/02/2016, 19:48 por Amedama Daruu.)
Ayame alzó las manos de forma brusca, de pronto azorada por el despiste de no haberse dado cuenta de la pasada muerte del padre de Daruu.
—¡No, no! —dijo—. Lo entiendo, soy yo la que debe disculparse. No he tenido tacto.
Daruu cerró los ojos y sonrió. Negó con la cabeza, como diciéndole que no le importaba.
—¿No te hace ilusión participar en un evento de este calibre?
La muchacha volvió al rostro compungido y distante que la había acompañado durante la parte anterior del viaje. Daruu se sitió frustrado, como si hablar con ella fuese atravesar un campo de minas en el que hubiera una pista que identificara los explosivos y que él, desde luego, no conocía.
Tengo... tengo demasiadas cosas en mente. Creo que es demasiada presión para unos genin recién graduados como nosotros. Y si no era ya suficiente presión el actuar delante de tanta gente proveniente de los do... tres países shinobi, ahora está el tema de la apuesta entre nuestros padres.
Ayame tragó saliva y agachó la mirada. Le pasaba algo. Se leía en sus ojos y en sus gestos. Pero Daruu no podía seguir insistiendo si no quería incomodarla, de modo que optó por la vía de la distracción:
—Bueeeno... —dijo, y echó los brazos atrás, apoyando las palmas de las manos en la nuca—. Quiero ganar esa apuesta por una cuestión de dignidad, pero si me toca contra ti seguro que será un combate muy bueno. La última vez estuvo muy igualado.
Suspiró.
—Si no, siempre podríamos rendirnos los dos y joderles el pique, pero... Algo me dice que tú no podrías aceptar eso. No eres ese tipo de persona.
—¡No, no! —dijo—. Lo entiendo, soy yo la que debe disculparse. No he tenido tacto.
Daruu cerró los ojos y sonrió. Negó con la cabeza, como diciéndole que no le importaba.
—¿No te hace ilusión participar en un evento de este calibre?
La muchacha volvió al rostro compungido y distante que la había acompañado durante la parte anterior del viaje. Daruu se sitió frustrado, como si hablar con ella fuese atravesar un campo de minas en el que hubiera una pista que identificara los explosivos y que él, desde luego, no conocía.
Tengo... tengo demasiadas cosas en mente. Creo que es demasiada presión para unos genin recién graduados como nosotros. Y si no era ya suficiente presión el actuar delante de tanta gente proveniente de los do... tres países shinobi, ahora está el tema de la apuesta entre nuestros padres.
Ayame tragó saliva y agachó la mirada. Le pasaba algo. Se leía en sus ojos y en sus gestos. Pero Daruu no podía seguir insistiendo si no quería incomodarla, de modo que optó por la vía de la distracción:
—Bueeeno... —dijo, y echó los brazos atrás, apoyando las palmas de las manos en la nuca—. Quiero ganar esa apuesta por una cuestión de dignidad, pero si me toca contra ti seguro que será un combate muy bueno. La última vez estuvo muy igualado.
Suspiró.
—Si no, siempre podríamos rendirnos los dos y joderles el pique, pero... Algo me dice que tú no podrías aceptar eso. No eres ese tipo de persona.