18/05/2022, 14:36
Amanecía como cualquier otro día en la residencia Yamanouchi, entre el sonido de los platos siendo presentados en la mesa familiar y el olor a café. Pero aquel no iba a ser un día común y corriente, no. Aquel era un día en el que había que atender su deber como ninja y reportarse a trabajar.
El día anterior había recibido la notificación de que debería reportarse a prestar servicio en el hospital de la aldea. Lo cuál fue un poco inesperado para la kunoichi pero tampoco fue una noticia que la atrapase con la guardia totalmente baja.
El pergamino era lo suficientemente claro para dar un buen pantallazo de lo que cabía esperar. No era precisamente su trabajo soñado, quizás su tipo de misiones iba un poco más allá de un encargo tan básico, pero para mojar los pies en el sistema realmente estaba bien.
Partió de su hogar después de alimentarse adecuadamente y haberse preparado con todo su equipo, hasta con su espada. Nunca se sabía que podía llegar a pasar.
Sorteó las calles de la aldea esquivando los charcos y las multitudes, abriéndose paso hasta llegar a su destino. De esa manera, de acuerdo a lo indicado, la kunoichi encapuchada haría acto de presencia en las inmediaciones del hospital a media mañana.
—Con permiso.
Exclamaría ingresando en las instalaciones del edificio, bajándose luego la capucha develando su frente protegida por la bandana de la aldea.
Con su azul mirada buscaría hacer contacto visual con el recepcionista.
El día anterior había recibido la notificación de que debería reportarse a prestar servicio en el hospital de la aldea. Lo cuál fue un poco inesperado para la kunoichi pero tampoco fue una noticia que la atrapase con la guardia totalmente baja.
El pergamino era lo suficientemente claro para dar un buen pantallazo de lo que cabía esperar. No era precisamente su trabajo soñado, quizás su tipo de misiones iba un poco más allá de un encargo tan básico, pero para mojar los pies en el sistema realmente estaba bien.
Partió de su hogar después de alimentarse adecuadamente y haberse preparado con todo su equipo, hasta con su espada. Nunca se sabía que podía llegar a pasar.
Sorteó las calles de la aldea esquivando los charcos y las multitudes, abriéndose paso hasta llegar a su destino. De esa manera, de acuerdo a lo indicado, la kunoichi encapuchada haría acto de presencia en las inmediaciones del hospital a media mañana.
—Con permiso.
Exclamaría ingresando en las instalaciones del edificio, bajándose luego la capucha develando su frente protegida por la bandana de la aldea.
Con su azul mirada buscaría hacer contacto visual con el recepcionista.