20/05/2022, 22:39
— ¿Un coco-que?... — respondió, volviendo a fruncir un poco el ceño, y dejando escapar un suspiro.
Cuando ambos pasaron al interior, el joven cerró la puerta y acto seguido hizo unos breves sellos mirando a esta. Algunos hilos se expandieron desde el marco de la puerta, y posteriormente se separaron por toda la habitación, dirigiéndose a las aristas y posteriormente a las esquinas donde podía verse unos pequeños papeles. Tras ello, cuando se vio convencido de que todo estaba en orden, tomó asiento en el suelo cruzando sus pineras.
— Bien, ahora podemos hablar sin preocuparnos. Para esta misión, yo soy Ryu como mencionaste antes. No pasa nada, pero en un futuro intentad ser más discretos a la hora de buscar con quien os vais a encontrar — respondió, apoyando uno de sus brazos sobre una de sus rodillas —. Y no, no soy un oni. Ni un unicornio, ni un cocodrilo. Soy humano. Mis cuernos, cola y escama son por culpa de la meditación de los ermitaños. Por suerte consiguieron sacarme del trance antes de que fuera a más, pero esto que me ha quedado es ya algo irreversible por lo que parece.
Desvió la mirada a su cola, que movió ligeramente contra el suelo, provocando un suave golpe grave. El chico parecía bastante serio, pero no hablaba con desprecio en su tono de voz, sino más bien intentaba ayudar e instruir.
Cuando ambos pasaron al interior, el joven cerró la puerta y acto seguido hizo unos breves sellos mirando a esta. Algunos hilos se expandieron desde el marco de la puerta, y posteriormente se separaron por toda la habitación, dirigiéndose a las aristas y posteriormente a las esquinas donde podía verse unos pequeños papeles. Tras ello, cuando se vio convencido de que todo estaba en orden, tomó asiento en el suelo cruzando sus pineras.
— Bien, ahora podemos hablar sin preocuparnos. Para esta misión, yo soy Ryu como mencionaste antes. No pasa nada, pero en un futuro intentad ser más discretos a la hora de buscar con quien os vais a encontrar — respondió, apoyando uno de sus brazos sobre una de sus rodillas —. Y no, no soy un oni. Ni un unicornio, ni un cocodrilo. Soy humano. Mis cuernos, cola y escama son por culpa de la meditación de los ermitaños. Por suerte consiguieron sacarme del trance antes de que fuera a más, pero esto que me ha quedado es ya algo irreversible por lo que parece.
Desvió la mirada a su cola, que movió ligeramente contra el suelo, provocando un suave golpe grave. El chico parecía bastante serio, pero no hablaba con desprecio en su tono de voz, sino más bien intentaba ayudar e instruir.
¡Gracias a Ranko por el avatar!