21/05/2022, 23:41
La chica pareció quedar entre líneas sobre la idea de una caída por un barranco. Sin duda alguna, no era una de las mejores desventuras a sufrir, pero realmente era una de las más frecuentes si lo pensabas bien. ¿A cuántos no le habían fallado en algún momento los cálculos y había salido más allá de donde pensó?. Si, era algo aterrador, pero para nada ajeno a la realidad. La Yamanouchi repitió los elementos nombrados por el joven, en lo que recogía unos trozos de madera del suelo. Tras ello, hizo una pausa para preguntar al genin si su marioneta la había construido con Mokuton.
—No, ojalá pudiese hacer eso. Hice a Momo y Mimi en el taller de la tienda familiar. Mis padres hacen armas, y yo hago marionetas. Al final, vienen siendo lo mismo. Que no te engañe esa apariencia frágil de madera, están cargadas de armamento, señorita Moguko.
El suelo ya estaba limpio de maderos, hojas y ramitas. La camilla estaba también limpia de fango y trozos de madera. Los instrumentos estaban en su sitio, y las maderas mas grandes se quedaron amontonadas al inicio de la sala. Debían ponerlas en una bolsa, para evitar dejar demasiados desperdicios en la basura de la sala. Solo quedaba eso, y fregar el suelo.
—¿Tomas una bolsa para la madera en lo que acabo de limpiar el suelo?.
Si bien aceptaba, desalojaría todo al exterior de la sala; los productos de limpieza, los baldes, los trapos excedentes, el spray, y el líquido desinfectante. Tras ello, la marioneta actuaría cual rodillo, limpiando a toda mecha todo el suelo con las mopas. Eso sí, en ésta ocasión tardarían algo más, pues había que mojar los trapos a cada pocas pasadas. El agua de ambos baldes terminaría marrón, cargada de suciedad y barro.
Una menos, o una más.
Quedaba también guardar la madera, y llevarla al inicio del pasillo. Además, tenían que cambiar el agua de los baldes, pero eso podían hacerlo en la siguiente sala, la que tenían justo al frente. Ésta estaba en similares condiciones que la anterior, con una salvedad: También habían trozos de metal.
—No, ojalá pudiese hacer eso. Hice a Momo y Mimi en el taller de la tienda familiar. Mis padres hacen armas, y yo hago marionetas. Al final, vienen siendo lo mismo. Que no te engañe esa apariencia frágil de madera, están cargadas de armamento, señorita Moguko.
El suelo ya estaba limpio de maderos, hojas y ramitas. La camilla estaba también limpia de fango y trozos de madera. Los instrumentos estaban en su sitio, y las maderas mas grandes se quedaron amontonadas al inicio de la sala. Debían ponerlas en una bolsa, para evitar dejar demasiados desperdicios en la basura de la sala. Solo quedaba eso, y fregar el suelo.
—¿Tomas una bolsa para la madera en lo que acabo de limpiar el suelo?.
Si bien aceptaba, desalojaría todo al exterior de la sala; los productos de limpieza, los baldes, los trapos excedentes, el spray, y el líquido desinfectante. Tras ello, la marioneta actuaría cual rodillo, limpiando a toda mecha todo el suelo con las mopas. Eso sí, en ésta ocasión tardarían algo más, pues había que mojar los trapos a cada pocas pasadas. El agua de ambos baldes terminaría marrón, cargada de suciedad y barro.
Una menos, o una más.
Quedaba también guardar la madera, y llevarla al inicio del pasillo. Además, tenían que cambiar el agua de los baldes, pero eso podían hacerlo en la siguiente sala, la que tenían justo al frente. Ésta estaba en similares condiciones que la anterior, con una salvedad: También habían trozos de metal.